viernes. 29.03.2024

 De hecho, España, aparece en nuestra Constitución como un Estado plurinacional formado por regiones y nacionalidades. Y así llevamos viviendo 35 años y no hemos sido arrojados al fuego del infierno.

Pero eso no debe significar encogerse de hombros y a esperar a que el tiempo pase, y pase. No. Los problemas, y más cuando tienen un proceso de incubación durante mucho tiempo, hay que hacerles frente. Cuanto más tiempo pase el proceso de incubación se hace menos asimilable. Es más: lo que socialmente, a nivel de ciudadanos, no era un problema, puede empezar a serlo peligrosamente.

El enfoque que se le dio al Estado de las Autonomías en el momento de salir de una dictadura, no puede ser el mismo que 35 años después. La Constitución, en ese sentido, como en otros muchos, requiere una revisión periódica, si no queremos que los problemas se anquilosen y se hagan indigestibles.

La fórmula de un Estado Federal, ¿es la solución? No lo sé. Habrá que estudiarla. Habrá que dialogarla. Los estados federales funcionan muy bien, sin ningún problema de convivencia. Aunque todos los regímenes federalistas no son iguales. ¿Sería ese el modelo más deseable para España? Es muy posible que sí. Lo tienen muchos países y no ha pasado nada. No se ha roto el país que lo ha establecido.

Lo que sí está claro; lo que sí es seguro que no sirve; lo que es contrario a los intereses de los ciudadanos, es el enfrentamiento sin diálogo. No hay diálogo porque lo escondido durante años por miedo a enfrentarse serenamente, y sacarlo en época de crisis, para tapar deficiencias políticas de otro tipo, es una irresponsabilidad, que podemos pagar muy cara. Y por otra parte, enfocar el problema de convivencia entre nacionalidades basándose en fundamentalismos patrioteros es muy peligroso, pero sobre todo que no conduce a nada bueno. 

Nación de naciones