jueves. 02.05.2024
OPINIÓN

No, iguales no

El Partido Popular, ya en época de Aznar, desde principios de los años noventa, proclamaba a los cuatro vientos que era un partido honesto y transparente. El Partido Socialista, -decían- era sinónimo de corrupción. Ahroa sabemos que tras ese mensaje de honestidad se estaba urdiendo la mayor trama de corrupción de la historia reciente en España.

 

Por tanto el mensaje era pura mentira, era un mensaje falso. Era fariseísmo puro u duro. Han transcurrido más de veinte años y siguen anclados en la mentira. Ahora el mensaje es que el partido es modelo de honestidad y transparencia. Lo único que reconocen es que en su seno ha aparecido un presunto delincuente. Sí, le llaman así “ el delincuente”.

Pero en paralelo a este mensaje sigue funcionando el “y tú más”. De tal forma que a la ciudadanía le llega la impresión de que todos son iguales; que todos los partidos están de corrupción hasta el cuello; que en todos los partidos hay chorizos. Así se libran de la excepcionalidad; así enmascaran la impresentable trama que venían, y vienen, organizando con el mayor descaro conocido. Por eso se impone la necesidad de aclarar algunas cuestiones no de menor importancia. Sí, los partidos tienen la obligación de ser transparentes, de decir siempre la verdad. Te puedes equivocar, pero no confundamos la equivocación con el engaño palmario.

El Partido Socialista tuvo, como colectivo, corrupción y financiación ilegal. Y los culpables fueron a la cárcel. Como debe ser. Y aprendió la lección. Aprendió a no decir que en su seno jamás habría corruptos. Eso no se puede decir nunca. Hasta en las mejores familias puede surgir un garbanzo negro. No se puede poner la mano en el fuego por nadie, y mucho menos a sabiendas de que es un chorizo reconocido, que se está forrando y que está untando a los demás para tenerlos callados.

Todos los políticos, y tertulianos, que cuando sale a relucir la trama Gürtel, o el caso Bárcenas, o los sobresueldos, o la financiación ilegal del PP, saltan automáticamente con la frase, preparadísima de “Y los EREs qué”, siguen anclados en la falsedad. No tienen otras miras que tapar vergüenzas. Se han equivocado, y se siguen equivocando. Hay que denunciar los EREs de Andalucía, como los todos demás casos de corrupción; pero no para tapar los propios.

En eso radica la diferencia del Partido Popular. Esa es la gravedad. Que estaban presumiendo de modelo cuando ellos tenían en su seno el caso Naseiro. Y cuando saltó el caso Naseiro, se limitaron, se esforzaron, tocaron todos los resortes a su  alcance para que el asunto quedara sobreseído por defectos de forma. En eso sí que son unos grandes maestros. Y si un juez molesta se termina eliminándolo. Se ha recurrido a controlar los poderes judiciales. Etc., etc.

Conclusión: no aprendieron la lección. Siguió el caso Naseiro, y el caso Sanchís, y el caso La Puerta, y el caso Bárcenas. Todo se ha ido tapando con argucias judiciales. Se creían que todo podía seguir así hasta el infinito. El camino estaba allanado para continuar con la martingala en las comunidades en las que gobernaba el PP. Se ha beneficiado el partido, se han beneficiado todos sus líderes. Y todos a callar; y todos a taparse unos a otros. Hasta que se han pringado todos; hasta su presidente.

Esa es la gran diferencia con otras corrupciones. ¿Qué problema tiene ahora el Partido Popular, y en concreto su presidente y su secretaria general? Que se ha descubierto todo el pastel; que el final tenía que llegar; que todo no  podía seguir así indefinidamente. Ahora no queda otra solución que hacer una limpieza a fondo.

 

No, iguales no