viernes. 03.05.2024
OPINIÓN

Nuevas cuotas de responsabilidad en una política a regenerar

No sé si fue un invento progresista del PSOE tras la transición o evolución normal de nuestra sociedad cuando se comenzó a hablar de equiparar proporcionalmente a la mujer y otros sectores  tradicionalmente relegados en la responsabilidad política. Nos encontramos entonces ante un papel que "se dice" es más igualitario y en la que el contrapeso de la historia ha colocado en posición más emergente a grupos tradicionalmente marginados.

La “era Margaret Thatcher supuso un merecido cambio en la participación de la mujer en cargos de responsabilidad en los gobiernos y desde entonces la carrera parece tan imparable  que ya están surgiendo otros grupos “marginales” ahora afectados por actitudes de exclusión.

La cuestión política ha tenido que pasar de la época del “consejo de ancianos” al monopolio de los “ yuppies”  ( universitarios titulados, con posibilidades económicas o sin ellas, “obreros de cuello blanco”...) dejando atrás a amplios sectores de la sociedad que curiosamente aguantan sobre sus espaldas la responsabilidad de sacar adelante “ a quienes parece que deben llevar las riendas de la sociedad que buena o mala han heredado.

Los que fuimos muy jóvenes en la transición éramos espectadores privilegiados  del protagonismo de políticos fracasados en el 36 y desplazados por “elefantes” de nueva ola... inauguradores de las eras del “pelotazo”  y del abuso carroñero que nos ha dejado España en estado ruinoso.

Las esperanzas que la izquierda en la transición llenó de expectativas e ilusión a nuestro pueblo, no pueden caer en saco roto, ante el vuelo rasante de tanto pájaro en búsqueda de presas fáciles.

Acudir a la población más debilitada y con menores cuotas de formación e información parecen ayudar a quienes utilizando un patrimonio moral que nunca debió pertenecerles, traicionaron los ideales de Pablo Iglesias, convirtiendo su práctica política en “privilegiado” afán de comisiones y corruptelas. 

Hasta en nuestra provincia podemos encontrar ejemplos lacerantes de quienes un día “se apuntaron” a la participación pública en Madrid y otras ciudades importantes, como “emigrantes” de la “oportunidad política”,  causando vergüenza cuando no procesos  - anticorrupción y escándalos – y ahora pretendiendo  eternizarse  lejos de los lugares donde “nunca se atrevieron  a volver, escondidos en nuevos “bunker” del post franquismo...

Necesitamos  partidos que prioricen  valores éticos y morales,  desterrando el caciquismo existente y que busquen candidatos desprovistos de esa rémora que tanto ha igualado a unos y otros de la clase política, pues no encontrarlos será la confesión de nuestro definitivo desastre.

No podemos sustituir  la competencia  por la mediocridad o la necesidad de participar por la opción de las empleomanías.

Se escuchan discusiones pero pensar que  la solución la tienen que dar “siempre los jóvenes,  las mujeres, o los marginados”, mientras se crea una sociedad que convierte a los mayores en “su problema”.

Hay   un reto en los próximos años:

•    Defensa de una nueva ética política desprovista de cuotas de clientelismo y empleomanía.

•    La preponderancia del espíritu de servicio contra un concepto materialista de hacer todo a cambio de mejores ingresos...

•    La recuperación de la independencia de juicio, en el análisis y en la acción, cuando el riesgo es sustituir las propias convicciones por “los puestos”.

•    Buscar la implicación de más sectores en la búsqueda de soluciones a los problemas comunes, lejos de del “marketing” de una sociedad de consumo que parece estar destinada a un  grupo “menos peligroso porque no piensa”.

•    Combatir el “pasotismo”  de los que consideran perdida toda la esperanza de incidir en mejora de la sociedad, conformándose en vivir como “rémoras” del sistema.

Nuevas cuotas de responsabilidad en una política a regenerar