jueves. 28.03.2024

Siempre por estas fechas, los agricultores celebramos el aniversario de San Isidro como Patrón del Campo, ello, en clara reminiscencia de lo que suponía el equinoccio de primavera en todas las culturas que nos precedieron. Los griegos lo hacían celebrando el mito de Perséfone como un culto universal a la Madre Tierra. Los egipcios, con su fiesta de Sham-el Nessin a las orillas del Nilo y, que cuenta con más de 5.000 años de antigüedad. Más cercanos a nosotros, los romanos, con su “Mamuralia”, un personaje cubierto de harapos y pieles que representaba al frio invierno y que era azotado y perseguido hasta expulsarlo de la ciudad. Esos ritos de celebración nunca perdieron vigencia, la llegada de los días más largos, el Sol abundante y, las buenas temperaturas, fueron motivo suficiente de agradecimiento por los hombres a sus deidades.

El campo moderno tampoco renuncia de esas costumbres, no exento de preocupaciones por esas tibias heladas que, acechan en estos días de traspaso, más o menos definitivo a la estación del calor. Las plantas están en el momento más delicado de su ciclo; la brotación. “Ese puñalillo de frio mal venido en la madrugada… Y ese hilo que ata el fruto a la planta se cortará”. “Es una muerte segura y nocturna que atenaza al hombre del campo. Todos los años viene a hacer de las suyas, trae poco y se lleva lo que puede; hija de los cielos serenos y de las noches claras, invisible y extensa, deja su huella por los campos, blancos al amanecer, aterida la planta y, aterido el corazón del labriego”. Así lo cantó de forma magistral el malagueño José Antonio Muñoz Rojas en su estupendo libro: Las cosas del Campo.

Aunque mediado ya este mes de Mayo, es muy difícil que pueda darse esas circunstancias adversas. Después, quedará el pedrisco, ese mirar constante a los cielos a poco que aparezca un nubarrón por el horizonte. También aquí la sabiduría popular es maestra por la experiencia. Así dice la voz de los mayores:” En llegando San Isidro, el que quiera agua que la saque de la noria”. El cambio de estación Primavera/ Verano suele traer esos nubarrones de desarrollo vertical que, en la mayoría de los casos, el agua que aportan, viene sin pasar por el cedazo. Son los desvelos normales de cada cosecha en el agro. Seguro no tan diferente de otros modos de vida o trabajos, aunque sin embargo, son más de reseñar en Agricultura ya que esta; cultiva flores en su generalidad al aire libre.

Y Qué decir de las lluvias Patrón, pues que sí, que ha llovido en abundancia en comparación con los últimos años del ciclo seco. Distinto es que lo haya hecho por igual en toda la geografía española. Así, la España húmeda, desbordada por el líquido elemento, vierte a los mares en unos días toda el agua que consume el País en un año, ello, amén de los daños causados por inundaciones en haciendas, ganados y cosechas. Frente a esto, la otra España, sigue sin saciar su eterna sed o, se mantiene en niveles deficitarios. Pero, Querido Patrón: hablar de trasvases en esta España cainita es poco menos que invocar al diablo. Intentos ha habido desde la República hasta nuestros días para llevar el agua que se despilfarra en estos meses de abundancia hacia la España del Sureste, donde el clima es más benigno y el agua escasa. La mente estrecha de los políticos de antes y de ahora, les hace mirar más por sus resultados electorales que por el bien general. Un ejemplo donde mirarse podía ser él:- Trasvase Central

Valley de California. Un Estado similar en extensión al nuestro cuya estructura trasvasística incluye 20 embalses y recorre 800 Km, para llevar el agua de Norte a Sur. Existen muchas comparaciones entre España y California ya que ambos se caracterizan por sus grandes extensiones de tierras áridas y con necesidades de agua. Y, no se trata, No, de quitarle a nadie nada, es cuestión tan simple como de aprovechar al máximo esos recursos hídricos tan abundantes en épocas determinadas y, que bien encauzados, serian fuente de riqueza y empleo para el conjunto de la sociedad.

Disculpa Patrón. Nada más lejos de nuestro ánimo, que el caer, con estas líneas, en las eternas reivindicaciones agrarias, no, las cosas actualmente discurren relativamente bien, los frutos se venden a precios razonables, no hay grandes excedentes y el hombre del campo respira un tanto aliviado. Si bien las cosechas han sido cortas los últimos años debido a la tan repetida sequia, no es menos cierto que, con ello, se demuestra aquello que dice el refrán:” “No por mucho madrugar amanece más temprano” que es tanto como decir que, no la cantidad es el mejor de los sistemas. El equilibrio en la producción sería lo ideal para mantener cierto nivel en los precios, el estrés y posterior agotamiento al que se someten las plantas y todo cuanto conlleva la producción masiva no es bueno , la calidad se resiente en general y los recursos se alteran de forma depredadora.

Pero no nos hagan mucho caso y, salgan al Campo, la primavera promete, si bien el agua no discurre por nuestros arroyos y cañadas como lo hace en otras partes de España, si encontraran un verdor poco frecuente debido a esa poca lluvia de más, siempre bienvenida. Contemplen como se encienden levemente, cual lamparillas, los brotes de la vid. Reparen en esa tímida espiguita del olivo que los agricultores venimos en llamar; “La muestra”. Fíjense en el encaje de los surcos y ocres de los barbechos. Siéntanse por unos momentos uncidos a la tierra. A lo mejor encuentra un poco más de felicidad.

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Por el quince de Mayo