jueves. 25.04.2024

Todos, tuvimos o tenemos una madre que nos quiere, un padre trabajador y honesto y una vida llena de anécdotas y experiencias. Yo, como usted, también soy candidato  en las próximas elecciones al ayuntamiento de Valdepeñas.

Como verá, tenemos cosas en común, sin embargo, en política habitamos polos diametralmente opuestos. Entre otras razones, porque no me río en la cara de quienes han sufrido, porque respeto el sufrimiento ajeno y no lo utilizo para hacerme fotos con mujeres que sufren, niños y niñas con carencias intelectuales y toda una serie de acciones que los asesores de campaña recomiendan porque dicen, dan votos. Las fotos de mi vida no tienen trasfondo, son llanas, sin teatro, sin dobleces, carecen de virtud publicitaria. Son solamente eso, sencillas fotos. Porque, si es cierto que dan votos, restan dignidad.

Y digo lo anterior porque es bueno que los hombres y mujeres, electores a la postre el día 24 de mayo, comparen. Y yo, si me lo permite, en un difícil ejercicio de empatía y mucho protector estomacal, intentaré llevar a cabo eso de que “todos los políticos somos iguales”. Me pondré en su lugar, Jesús. Siendo así, hace meses que habría presentado mi dimisión en el partido al que usted pertenece. Un partido con una dignísima historia de lucha que gente como usted han denostado y carcomido, gobernando de forma que lo han conducido a una corrupción que ha pulverizado todos los récords en la historia de la democracia con un fraude de miles de millones de euros en Andalucía, sí, a pocos kilómetros de Valdepeñas. No necesitamos irnos a Venezuela para poner ejemplos de “malos gobiernos”.

Poniéndome en su lugar, no hubiera mirado para otro lado en los miles de problemas por los que han pasado los ciudadanos de Valdepeñas. Un gobierno, el suyo, que ha permitido cortes del suministro de agua por impago mientras se gastaba 20 millones de euros en una tubería. Un gobierno municipal que no ha luchado ni por uno solo de los desahucios que se han producido en Valdepeñas.

Porque si yo fuera usted, la ética no me permitiría insultar, vejar o despreciar a concejales, vecinos y vecinas como ha hecho en infinidad de plenos municipales, en los que usted debería haber sido un referente de democracia, árbitro de intereses y ejemplo en educación. Sin embargo, usted ha sido todo lo contrario. Ha sembrado vergüenza ajena en los que lo votaron y en los que no. En más de dos décadas como político poco ha aprendido. Mas, nos quedaba su teórica cultura como elemento esperanzador capaz de rescatar al hombre que alguna vez representara lo mejor de los que aquí vivimos… Eso también se esfumó el día que confundió a Rocinante con Babieca.

Si yo fuera usted, mi ética me hubiera impedido seguir en política si como usted, hubiera sido condenado por vulnerar un derecho constitucional. Hace años, si yo hubiera sido usted, me hubiera ido a mi casa avergonzado por ser el causante político de permitir la desaparición del 40% del patrimonio urbanístico de Valdepeñas y cambiar nuestra blanca identidad por una amalgama de elementos decorativos cuyo único nexo de unión es el mal gusto.

Si yo fuera usted, me avergonzaría por permitir salarios de concejales que una vez justificó por su alto rendimiento y que años después, ya sin rendimiento alguno, siguen sangrando las arcas municipales.

Si yo fuera usted me daría vergüenza decir que “este ayuntamiento lleva años con superávit” y no iniciar, por ejemplo, un Plan de Empleo Municipal para dar sustento a las familias más necesitadas de Valdepeñas y así, restar impotencia a esos/as cabezas de familia que durante años ya, hacen cola para recibir comida u otro tipo de ayudas tragándose el orgullo, difícilmente ablandado por sus propias lágrimas.

Ahora soy yo y siento, no sé si comedida rabia, cuando habla de lo bien que nos va a los valdepeñeros en comparación con el resto del territorio a sabiendas de que muchos llevamos años fuera ganándonos el pan y la sal porque los políticos que han gobernado en Valdepeñas hasta el día de hoy, han tenido una visión parca en el fomento de iniciativas que nos dotaran, como ciudad, de la estructura necesaria para no tener que emigrar. Muchos, llevamos años cruzando el cerro de la Aguzadera y Despeñaperros semana tras semana y a la par escuchando sus mentirosas diatribas. Sé que a usted esto “se la trae al pairo” y le sonará a cuento chino. Y es que, claro, lleva toda su vida en la poltrona del PSOE y no sabe que los valdepeñeros lo tenemos crudo para poder trabajar dignamente entre los hipotéticos muros del pueblo y que la mayoría tienen salarios con los que difícilmente llegan a final de mes. Usted, que nunca ha tenido que salir a partirse la cara más allá del umbral de su sede y la puerta del despacho de alcaldía y que nunca ha tenido que hacer las maletas y decirle a su padre, el trabajador honesto, que a partir de ese momento, va a verlo dos veces al año.

Pero sobre cualquier otra cuestión, Jesús, como valdepeñero y hombre, le digo: lo que realmente nos diferencia a usted y a mí, es la forma de entender y hacer política, sentir y ejercer la democracia, escuchar y respetar a los semejantes, entristecerme por la injusticia y dolor ajenos, pasear por Valdepeñas y oír palabras de sinceridad sin miedo a las represalias, tender y estrechar la mano a quien le gusto y a quien no, pero con respeto.

Otra gran diferencia entre usted y yo es que no mentiría a nadie para que éste me apoyara con su voto.

Me he dado cuenta de que, usted y yo, Jesús, no tenemos absolutamente ningún parecido.

Querido Jesús: