jueves. 28.03.2024
Opinión

¿Sería necesario analizar lo que ven los niños y jóvenes en los medios de comunicación?

¿Los niños pueden asistir a determinadas manifestaciones o espectáculos en la calle…? ¿Debería volverse a “valorar de alguna manera los programas de televisión para indicar si son aptos para determinadas edades o no lo son…? ¿Se deberían analizar algunos productos culturales difundidos de una manera o de otra, por ejemplo, grabaciones si son convenientes o no? ¿Deberían ponderarse la conveniencia de algunas plataformas y productos en Internet la conveniencia desde los distintos parámetros para determinadas edades, visto desde los distintos puntos de vista…? ¿En definitiva analizar los productos culturales en los medios de comunicación y en los medios culturales industriales actuales…?

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Nadie se rasgue las vestiduras, pero hay que hacerse al menos esta pregunta y después aplicarla a estos tres grandes ámbitos: primero, pueden asistir los niños y jóvenes, según edad a determinados manifestaciones o espectáculos en la calle. Por ejemplo, es lógico y racional y moral que los padres lleven a sus hijos a manifestaciones políticas en la calle, evidentemente son pacíficas, pero es conveniente y adecuado. Y cómo este caso en multitud de otras realidades sociales públicas.

La segunda cuestión, ¿sería conveniente que en los programas de televisión, hubiese una ponderación y valoración moral, realizado por un comité de expertos y de moralistas, que valorasen si tal programa es apto para una edad o no lo es. No se rasguen las vestiduras recordando el pasado cuándo existía un rombo o dos rombos en las películas. Dicho de otro modo se emiten contenidos en los medios audiovisuales, que sea por violencia, sea por sexualidad no adecuada, sea por crítica acerba hacia otras personas, sea por poca mesura y contar los trapos sucios de unas personas o de otras, sea por una violencia en el lenguaje en temas sociales o políticos o económicos, sea por otros factores no es conveniente que determinada franja de la población lo vea y lo escuche. Y al menos habría que avisar a los padres o tutores o educadores con alguna señal o signo que al menos lo sepan. Aplicando esta cuestión no solo a televisión sino a otros medios de difusión de información o culturales, desde la radio a discos, música, etc.

En tercer lugar el problema de las redes sociales, diríamos una tecnología nueva que se está utilizando y consumiendo a niveles masivos por y para toda la población, pero que hay que buscar modos o maneras para intentar valorar su utilización, su uso, su valor…

Puede estar sucediendo que tengamos unos marcos legislativos de enorme respeto a las libertades individuales y a los derechos humanos y a la dignidad de la persona humana, pero después se han creado rendijas dónde se insertan contenidos que no son aptos para determinadas edades, especialmente niños y jóvenes, por ejemplo, determinados contenidos de violencia, determinados contenidos de carácter sexual, determinados contenido que van en contra de la mujer, de los derechos de las minorías, que van en contra de la dignidad humana o de los derechos humanos, etc.

Pero puede suceder que los padres, progenitores, tutores, educadores no sepan o no conozcan la valoración diríamos moral de dichos programas… Por ejemplo, programas televisivos en los cuales, unos redactores o tertulianos ponen verdes a otros, sean famosos o no lo sean, pueden pensar en mentes juveniles e infantiles que si eso sucede en televisión, por qué ellos no van a poder hacer lo mismo con otros compañeros de clase, con otros conocidos, con otros amigos, incluso el comportamiento en las aulas…

Debemos preguntarnos con estudios de campo o encuestas y otros medios si parte de la violencia que se está produciendo en la sociedad, en las aulas se debe a que los medios de comunicación se difunden o se enseñan modos y formas que no son convenientes, no son adecuadas, no son moralmente factibles. Y especialmente no se indica si un programa concreto o un tipo de programa es apto para niños o para jóvenes. Por lo cual, muchos padres o tutores o progenitores pueden dejar ver programas televisivos a sus hijos o a jóvenes o adolescentes o niños o niñas… No debemos olvidar y obviar que toda información, sea de lenguaje verbal o de imágenes no incide lo mismo en unos individuos que en otros, sean adultos o sean jóvenes o sean niños. Por lo cual, hay que proteger a los jóvenes igual que lo hacemos de que no trabajen en las minas, que tengan salud física y biológica, también deberíamos buscar que tuviesen salud psicológica y moral, y que ésta no se malee o empeore a través de los sistemas de medios de comunicación actuales (televisión, radio, Internet, plataformas de comunicación de distinto tipo, música, etc.).

No se puede infravalorar la enorme importancia e impacto de los medios de comunicación, sea los medios audiovisuales, sea la televisión, sean las redes sociales en la forma de entender y comprender el mundo, para todo tipo de personas, pero especialmente en edades tempranas, pero tampoco infravalorar el impacto de esos medios en las formas de sentir, de entender las pasiones, los afectos, los sentimientos en toda clase de edades. Y en tercer lugar, no debemos infravalorar la importancia de los medios audiovisuales, televisión o Internet u otros sistemas, en los actos o actuaciones o en la vida práctica de las personas…

En definitiva en la cuestión del bien y del mal, de lo correcto y de lo incorrecto, de lo conveniente y de lo no conveniente, de lo adecuado y no adecuado…, desde los distintos puntos de vista.

Ya sabemos, ya entendemos que no podemos tener a las generaciones jóvenes y de niños en una cápsula de cristal, pero tampoco podemos dejarlos a la intemperie de multitud de estímulos, ideas, conceptos, imágenes, posturas, hechos, datos que no son capaces de asimilar o de entender, ni desde su faceta conceptual o del saber, porque no conocen lo suficiente, ni desde su faceta de su afectividad o emocionabilidad o sentimientos, y desde luego tampoco desde la vertiente de la actuación, actos, acción, práctica porque no pueden comprender todas las consecuencias…

Para terminar creo que es necesario primero que se cree primero un debate público sobre este y estos temas o cuestiones.

En segundo lugar creo que un comité de expertos (psicólogos, moralistas, filósofos y otros especialistas) valoren la calidad moral y conveniencia de determinados programas televisivos y de otros medios de información, si son aptos para niños o no lo son. Sin que por eso quede tocado el derecho a la libertad de pensamiento y expresión según la legislación constitucional. Por lo cual se debería indicar en cada programa si es apto o no es apto para determinadas edades determinados programas o películas, pero también otros productos culturales que se difunden con los diversos medios de comunicación e industriales del momento. Y de ese modo progenitores y tutores y educadores conociesen dicho valor.

En tercer lugar se analizase seria y profundamente, y al menos, se indicase la valoración y moralidad y conveniencia de que determinados sistemas o plataformas audiovisuales y determinados productos si es conveniente para tal o cual edad, sean medios de comunicación, sean productos de Internet, sean productos culturales de la industria cultural, etc.

Igual que nadie en su sano juicio desea que ningún niño esté trabajando de sol a sol o en las minas, no podemos aceptar que niños y jóvenes puedan ver distintos sistemas de información que no es conveniente para su edad, su capacidad cognoscitiva, intelectiva, afectiva… Me pregunto cuántos males se evitarían si se analizase este tama y, cuantas violencias se evitarían en la sociedad, en las aulas…

¡¿Cuántos sufrimientos y angustias y penas y gastos económicos se evitarían la sociedad, los individuos, las familias si este tema se abordase, se estudiase teniendo en cuenta todas las ciencias sociales y todo tipo de expertos, y después se pusiesen las soluciones adecuadas lo antes posible…?!

¿Sería necesario analizar lo que ven los niños y jóvenes en los medios de comunicación?