jueves. 28.03.2024

La religión es una opción muy personal, que cada individuo acepta libremente y que forma parte de su sistema de valores y su modus vivendi. Como cualquier creencia, la religiosa debería ser respetada y, por ende, no debe ser objeto de mofa y burla por aquellos que no forman parte de su escala de valores. Que una persona sea atea, no le da derecho a despreciar otras maneras de conceptualizar la vida, máxime si se pretende tener un afán de protagonismo o de ridiculizar un rito. Pues paso a relataros mi experiencia…

Como cada año, recientemente se celebró el XVII acto cuaresmal organizado por la Muy Ilustre y Real Cofradía de Nuestro Padre Jesús Caído y María Santísima de la Esperanza, que contempla la presentación del cartel anunciador de su salida penitencial, así como la entrega de distinciones y reconocimientos. Al acto asistieron autoridades militares, civiles y eclesiásticas y se celebró en las instalaciones de una de las más importantes empresas de Valdepeñas, muy vinculada a esta Real Cofradía.

Siguiendo el protocolo, toman asiento en primera fila las autoridades militares, seguidas de las autoridades civiles y eclesiásticas. Excepcionalmente, en primera fila, en los sitios habitualmente reservados para las autoridades militares, ubicaron a una persona civil, muy afín a la alcaldía.

La ceremonia se desarrolló con toda la solemnidad que se merecía, como se viene haciendo habitualmente. Al finalizar el acto, el Consiliario de la Hermandad, rogó a los asistentes que se levantaran para rezar un Padrenuestro.

Todos los asistentes se levantaron, a excepción de esta persona civil que habían infiltrado inhabitualmente en la fila de las autoridades militares, que permaneció sentado con total pasividad. Acción que yo, al igual que cualquier personal respetuosa y educada, la califico de una total falta de respeto y moral y de acto intolerante. Hubiese respetado que no rezara, pero no, que permaneciera sentado.

Si un acto de esta índole no te interesa, no asistas, nadie te obliga, si sólo asistes como un acompañante más, quédate al final del auditorio y nadie reparará sobre tus acciones despreciativas. No te destaques en puestos preferentes, para hacer notar tu desdén hacia una creencia que quizás no compartas pero que la inmensa mayoría respetamos y que muchos honramos.

Aprovecho para felicitar a todas y todos los homenajeados, a los que tengo un especial aprecio y cariño.

Si no crees, respeta