viernes. 29.03.2024

La Asociación de Familiares y Amigos de Personas con Alzheimer y otras Dependencias (AFAAD) de La Solana conmemoró el Día Mundial del Alzheimer con una comida solidaria y una charla sobre la disfagia, una de las complicaciones inherentes a personas con demencia. Con tal motivo, Agustín Diego Chacón, que trabaja como residente en medicina interna del Hospital ‘Gregorio Marañón’, ofreció una charla alusiva en el auditorio del Palacio Don Diego, presentada por la presidenta de la asociación, Jose Chacón.

La disfagia es un trastorno de la deglución que incapacita la nutrición y la hidratación, predisponiendo a enfermedades respiratorias cuando la comida pasa al pulmón y no al tubo digestivo. Según explicó a la prensa el  internista solanero, “lo más importante es la detección precoz y hacer una evaluación correcta para detectar si el problema es por una enfermedad nueva o por la evolución normal de una enfermedad neurodegenerativa”. A partir de ahí, se trata de ajustar la textura de los alimentos para asegurar la nutrición y evitar atragantamientos.

Una inquietud habitual es cómo hacer más llevadero un cuadro de disfagia. El doctor Chacón aclara que intervienen tres agentes. Primero, los médicos, que hacen el diagnóstico; después, enfermeros y logopedas que instruyen en el manejo de la enfermedad; y por último, los nutricionistas, que organizan las dietas con las calorías y texturas adecuadas. “Actuamos por varios puntos para instruir al cuidador y minimizar riesgos”. 

“En las consultas del hospital es frecuente preguntar a un cuidador si el paciente se atraganta y que respondan que no, que nunca se ha atragantado; pero cuando le preguntas si tose cuando come y te dicen que sí, es que hay algo en la vía respiratoria que te está irritando”. “Tener neumonías a menudo también es un síntoma de infecciones respiratorias constantes”. Las pérdidas de peso sin motivo aparente o fiebre sin saber el foco también son signos de alarma.

El problema suele surgir con los líquidos. El paciente los rechaza y tose con frecuencia. “En ese momento hay que comenzar a ofrecerles gelatinas, natillas o alimentos que toleren mejor”. Pero cuando el enfermo pierda el reflejo de tragar, llega el dilema de la sonda nasogástrica para alimentarlo. “No hay ningún estudio que diga que aumenta la supervivencia respecto a adecuar las dietas e instruir cuidados paliativos y dejar que el paciente fallezca por la natural progresión de su demencia”.

Agustín Chacón: ‘la disfagia precisa un diagnóstico precoz y una evaluación correcta’