Este método de elaboración denominado Kosher describe, precisamente, que el alimento es
“adecuado”, “limpio” y “conforme”. Todo el proceso de cultivo, cuidado de las cepas, la
cosecha, la elaboración, la crianza e incluso el embotellado debe ser supervisado por una
persona cualificada, por lo general, el rabino.
Alguna de las condiciones que se deben cumplir son que la viña debe contar con una edad
mínima de cuatro años; la vendimia tiene que ser manual, selectiva y escrupulosa, aceptando
sólo uvas sanas, enteras y en estado óptimo de maduración; sólo el rabino puede realizar la
manipulación y el prensado, la vinificación sólo se puede realizar en cubas de acero
inoxidable. Las botellas deben ser nuevas y de fabricación supervisada, que el rabino marcará
con el sello Kosher que acredita su elaboración.
En realidad, el vino Kosher no tiene diferencias importantes en cuanto a sus técnicas de
elaboración o variedades, la importancia radica en la comprobación y la certificación del
rabino que el vino ha cumplido los requisitos exigidos para la elaboración Kosher.