En su expresión plástica, Méjica abunda en las ideas de lo mágico, lo espontáneo y lo emocional, utilizando materiales y técnicas muy variadas. Sus obras alternan entre la abstracción y la figuración, entre la representación y lo esquemático, con especial predicamento de lo mítico, lo religioso y simbólico.
Las esculturas gigantes nos muestran la investigación de Méjica en el campo del acero corten, con un lenguaje que aúna tradición y vanguardia. A través de imponentes formas que proyectan en el espacio público un cortejo de significados simbólicos, el autor nos presenta sus reinterpretaciones del toro, el caballo, el tejo, los antropomorfos… todas ellas despojadas de cualquier elemento accesorio y convertidas en iconos de gran potencia, por su carácter primitivo y formas elementales. El arte contemporáneo elevado a la máxima potencia supone un contraste de lo más acertado en las calles de la monumental Villanueva de los Infantes.