viernes. 29.03.2024

Las matanzas del pasado 7 de enero a manos de fanáticos yihadistas han sacudido al país vecino, y a buena parte del mundo. La particularidad es que las tres hermanas, francesas de nacimiento, llevan dos apellidos que las delatan: Díaz-Cano del Olmo. Más solaneras, imposible. De hecho, por sus venas corre sangre galana.

Han vivido con enorme pesar la tragedia terrorista en terreno patrio. No lo esperaban. “Ningún francés pensaba que esto podría suceder aquí”. Como ningún americano creía que alguien derribaría sus orgullosas torres gemelas. “Hasta que sucede y, de repente, te das cuenta de tu vulnerabilidad”.

En una entrevista concedida a Radio Horizonte, Mari Díaz-Cano ha explicado su sentir, su hondo sentir tras el horror vivido en París. Ella y su hermana Cati acudieron a la manifestación más cercana, la de Avignon, histórica ciudad provenzana junto a la Costa Azul. “Fuimos treinta mil personas marchando unidos contra el terrorismo, como en toda Francia”. Jianinne, la pequeña de las tres, estuvo en la marcha de Menton, una pequeña población de los Alpes Marítimos, también junto al Mediterráneo.  

“Había gente de todas las religiones”. Mari se sintió especialmente bien cuando vio a católicos, judíos, musulmanes o protestantes entonando un grito unánime contra la violencia. “No se me olvida la imagen de una mujer mayor con un abrigo de piel caro”. Tampoco había división de clases. Palmas y silencio fue todo lo que se escuchó y sintió por las abarrotadas calles del antiguo asentamiento papal.

Francia es un país orgulloso. Seguramente como muchos otros, pero su fama es todavía mayor. Libres hasta ahora de atentados de esta naturaleza, al contrario de vecinos como España o Reino Unido, el 7-E ha supuesto una andanada directa en el corazón del gallo. “Ha sido un golpe psicológico tremendo. Hemos sentido miedo”. Antes de las manifestaciones del domingo pasado en toda Francia, entre ellas la de Avignon, Mari estaba preocupada, “últimamente hay muchos exaltados que odian a los musulmanes y temíamos que fuera a más”. Fue entonces cuando centró sus pensamientos en unas siglas: FN, acrónimo de Frente Nacional, la derecha extrema de Marine Le Pen, que podría encontrar en la masacre un caldo de cultivo perfecto para sus propósitos xenófobos. Sin embargo, la respuesta ciudadana ha ido en sentido contrario. “Visto lo visto, creo que puede ayudar a unirnos más”. Unión contra un enemigo común: el terrorismo.

La extraordinaria reacción del pueblo francés fue paralela, sólo faltaría, a la de sus representantes políticos. La Asamblea Nacional entonó al unísono La Marsellesa. “Esto no sucedía desde el 11 de noviembre de 1918”. Ese día se firmó el Armisticio de Compiègne, que puso fin a la Primera Guerra Mundial.

Pero no todo el monte es orégano. Mari cree que hay aristas. Por un lado, se investiga qué pudo fallar para, teniendo en cuenta que los hermanos Kouachi fueron controlados hasta pocos meses antes del ataque a la revista Charlie Hebdo, al igual que Amedy Colibay, que mató a un policía y a cuatro judíos poco después. Los franceses están algo desconcertados ante estos evidentes agujeros en la seguridad, aunque confían en que sean sellados. No en vano, el Elíseo ha movilizado a decenas de miles de policías y militares.

Por otra parte, las hermanas Díaz-Cano del Olmo tienen serias dudas sobre la oportunidad de la portada de Charlie Hebdo después de la matanza, que costó la vida a doce de sus dibujantes. Ya saben, aparece Mahoma bajo el titular Tout est pardonné (Todo está perdonado). “Nos parece un poco provocador sacar esa portada tan pronto, en caliente, aunque sea una revista satírica”. Mucha gente defiende esa portada por su hondo significado en pos de la libertad de expresión. Otros dudan de la idoneidad del momento.

En cualquier caso, Mari cree que todas las opiniones son respetables. “Lo verdaderamente importante es evitar una quiebra Islam-Occidente”. He ahí el gran objetivo del yihadismo.
    

“No creíamos que podía ocurrir en Francia; lloramos de rabia”