sábado. 20.04.2024

En los primeros bancos, por un lado las autoridades, encabezadas por el alcalde, Luis Díaz-Cacho, junto a la pregonera de este año, Ramona Romero de Ávila. Por otro, la directiva de la Hermandad de Santiago, como organizadora, acompañada por una amplia representación del resto de cofradías y hermandades de la ciudad. Detrás, cientos de fieles preparados para seguir la concelebración.

Se palpaba un sentimiento ambivalente. La alegría del día del patrón se mezclaba con el recuerdo por la tragedia, todavía caliente, precisamente en Santiago de Compostela. Ironías de la vida, siempre azarosa. El Cronista de la Villa, Paulino Sánchez, a la sazón secretario de la hermandad organizadora, leyó las palabras de saludo aludiendo a la invitación que el Apóstol hace en su carta del Nuevo Testamento para dar testimonio de su fe: “no sabéis cual será vuestra vida de mañana, pues sois humo, que aparece un momento y al punto se disipa”. Con tal alusión, pedía vivir el mensaje del patrono en nombre de la Hermandad de Santiago, que agradeció públicamente la presencia de todos, incluido el grupo de liturgia y coro parroquial, que se involucraron en la celebración.

Tras las lecturas comenzó la homilía, introducida por el párroco del Convento, Manuel Infante, y presidida por el anfitrión, su colega Benjamín Rey. Invitó a todos a reflexionar sobre el báculo del peregrino, con sus tres símbolos: el bordón, la vieira y la calabaza “el báculo que sirve de punto de apoyo cuando corremos el riesgo de perder el equilibrio; Cristo es el pastor que nos guía y quiere salir a nuestro encuentro” –dijo-.

El oficiante habló de la figura de Santiago como el Apóstol caminante “que se pone a nuestro paso para encontrar sentido a nuestra vida”. El problema –añadió- es que a veces no somos capaces de verlo. En ese momento, Benjamín Rey aludió al papa Francisco como una “señal” que demuestra esa compañía constante “en Brasil suena estos días la voz poderosa del papa, una voz de aliento y esperanza para el mundo”. Al respecto, pidió reflexionar sobre el punto de apoyo que ofrece el bastón de peregrino “cuánto daño hace cuando decimos yo puedo solo”.

En parecidos términos se expresó para hablar de la concha, o vieira “el tesoro del mar es lo que no se ve”, o de la calabaza que también constituye un símbolo inseparable de la peregrinación de cada cristiano por la vida.

La eucaristía continuó con el ofertorio de las diferentes cofradías, hermandades y asociaciones religiosas de La Solana, que no faltaron a la cita con el patrono. Cada presidente, presidenta o representante de junta directiva salió al pasillo central del templo para llevar al altar sus ofrendas. Allí estaban las cofradías y asociaciones de San Antón, San Sebastián, Vera Cruz, Jesús Rescatado, Virgen de las Angustias, Sepulcro, Fátima, San Isidro, Medalla Milagrosa, San Cristóbal, Santa María, Voluntarias de la Caridad, Virgen de Peñarroya, Marías de los Sagrarios, Adoración Nocturna de hombres y mujeres y Sacramental de Caballeros.  También se celebró una ofrenda poética a Santiago, recitada por Antonia Peinado Expósito. 

Crespones negros en la procesión

Terminada la misa, se abrieron las puertas para comenzar a organizar la procesión por las calles céntricas de la población. El desfile presentaba una novedad de última hora. La Hermandad de Santiago colocó crespones negros en el estandarte y en los laterales de la carroza en señal de duelo por el trágico accidente ferroviario del día anterior.

Abría la procesión la cruz alzada, seguida por los representantes de cofradías, la Banda Municipal, el estandarte, los niños y niñas con capa blanca, así como algunos hermanos. La carroza, bellamente engalanada, caminaba portada a hombros por anderos, seguida por el clero, el presidente de la Hermandad de Santiago, y las autoridades. A pesar del calor reinante, lógico en una mañana de julio, fue muchísimo el gentío que siguió el desfile procesional por las calles que transitó.

 

La Solana honró a su patrón con el recuerdo a las víctimas de Santiago