viernes. 17.05.2024

Ese tiempo que no se estira, que incluso a veces se encoge. Tempus fugit. Ese tiempo que pretendemos que nos dé para todo, porque no queremos renunciar a casi nada.

Queremos tiempo para mí, para el otro, para todos… que los niños aprendan pintura, baile, inglés… que practiquen deporte… Y encaramos este mes como el mes de las cuentas, de los ajustes sin pensar en que es también el mes de las renuncias. Invito a cada persona que se pone a organizar este septiembre, darse un momento para pensar. ¿Qué quiero yo en este nuevo comienzo? Y listar nuestras prioridades. Escribirlas. Dibujarlas. Pensar con papel y lápiz, que nos ayuda a pensar. Dedicarles tiempo, sin lanzarnos al abismo de la organización a ciegas, para después resoplar, lamentar y cuestionar en pocos meses el esfuerzo realizado. Para no pasar un nuevo curso rodeados de “deberías”, “tengo que” y “hay que”, y haber dejado un hueco a los “deseo” y “quiero”. Porque al fin y al cabo los deseos son nuestra gasolina, lo que nos motiva, nos recarga, nos potencia y nos permite respirar entre los debería.

Plantearse de verdad esas cosas que quiero, y que no quiero renunciar a ellas. Reorganizar mi propia escala de prioridades; incluso atenderla realmente. ¿Quiero pasar tiempo con mis hijos? ¿Quiero más tiempo personal? ¿En pareja? ¿En familia? Ahora es el momento de comunicárselo a mi pareja, a mis hijos, a mi familia, y poder planificar. Y cuando delimitados, decidimos, elegimos, posibilitamos que nuestro entorno también lo haga.

Volver… y sentir. Atender a lo que siento, escuchar la tripa, guiarse por la intuición, y permitirnos elegir lo que deseamos, lo que queremos, lo que anhelamos. Validar nuestras emociones (“estoy enfadado por la vuelta al trabajo”; “quiero volver al cole”; “estoy deseando retomar el piano” ”no quiero encontrarme con mi compañero…”) porque nos están dando información acerca de lo que nos está ocurriendo. Permitirnos escucharnos y escuchar. Sobre todo a los pequeños, para poder acompañarnos en la necesidad que surge. Quizá sea más tiempo de adaptación. Quizá sea un tiempo extra compensatorio en esta nueva separación. Quizá solo sea mayor cercanía para apoyarnos en el otro, o que se apoyen en nosotros hasta sentir que estoy más fuerte.

Para que la vuelta sea un comienzo, un lugar mejor, y un estar mejor. 

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