miércoles. 24.04.2024

A sus 94 años, Antonio Espinosa, es todo un símbolo de trabajo en el sector. En advaldepeñas, hemos entrevistado a este hombre sencillo quien a pesar de su edad, aún sigue visitando cada día sus tierras y mimando sus cultivos y a sus trabajadores.

¿Qué significó el premio para usted, después de tantos años dedicado a la viticultura?

Ha sido una satisfacción grande. En esta ocasión me lo han dado a mí, pero también se lo merece más gente, que como yo, hemos dedicado toda una vida a la viticultura.

¿Cuándo comienza a ser viticultor?

Desde que era pequeño. Mi padre tenía negocios de vides americanas en Valdepeñas y ya con 9 años me llevaba al campo y me enseñaba a tomar las muestras de la tierra, el suelo y el subsuelo, para aplicar la variedad de barbado que iba mejor a ese tipo de tierra. En aquellos años, hubo un brote de filoxera muy fuerte y hubo que hacer una reposición de la viña en toda España y mi padre tenía una representación de unos viveros y allá que iba yo con el a coger las muestras para analizar el tipo de vid.

¿Cuándo se hace cargo del negocio de su padre?

Cuando regresé de la mili. Fue muy curioso porque mi padre me dijo: ¿Antonio, que ves aquí?, enseñándome las tierras, y yo le contesté: “Un negocio de aceite, pan y vino”. Había olivos, viñedo y cereales, que más se podía pedir. Llevamos nuestra vía económica de servicios en estos tres elementos, además de vender olivos y semillas.

¿Pero también trabajó en la droguería de su padre, que es la más antigua de Valdepeñas?

Se fundó en 1917, dos años antes de nacer yo. Y desde los 11 años trabajé en ella. Actualmente, está más o menos como estaba, no ha cambiado mucho y la prueba está en que es el establecimiento más fotografiado de Valdepeñas.

¿A sus 94 años todavía sigue al frente de todo, el campo, la droguería?

Si, y lo primero que hago por la mañana es ir a ver mis tierras, los olivos, viñas y cereales. Voy al campo cuando me necesita. Ahora lo que me preocupaba era el grado de lluvia y que no caiga granizo, que si no todo se estropea. He comprobado que hemos combatido el ataque de royas de los cereales, que entra en el proceso de humedad y agua, pero al subir las temperaturas, eso se ha corregido.

¿Qué piensa del cambio climático?

Yo creo que estos cambios tan bruscos de tiempo son fruto de la evolución. Nosotros somos afortunados en la lluvia porque ha caído el agua necesaria. En Valdepeñas, la lluvia nuestra es de 308 litros anuales, que como ves es poquísimo, así es que lo que ha caído este tiempo atrás está muy bien, porque ha superado esa cantidad.

Es viticultor, pero ¿alguna vez tuvo bodega?

Si, tuve bodega, actualmente no. Valdepeñas llegó a tener más de 300 bodegas con una media de 150 exportadores, luego bajaron a 100. Nosotros elaborábamos unas 30.000 arrobas de vino, había mucho mercado, algo que ahora no es así. En España se consume poco vino.

Denos algún consejo para tomar el vino, bien sea blanco o tinto

Todo vino necesita mantenerse a su temperatura normal. Por ejemplo, en enero una mujer no se puede poner bikini, ni en agosto abrigo, pues lo mismo le ocurre al vino, que tiene que tomarse en su momento y con unas comidas determinadas.

¿Cómo ha evolucionado la industria vitivinícola en Valdepeñas?

Valdepeñas, como todos los pueblos castellanos, no ha evolucionado con la velocidad debida. Hay que tener un servicio de marketing estudiadísimo, no hay que pensar en el ayer del abuelo o del padre, sino en el mañana de cada uno. Para triunfar en este mundo hay que ir a una velocidad distinta y evolucionar. Cuando yo nací se iba en burro y hoy se va en avión. Sino evolucionamos no llegamos nunca, aquí lo que ha ocurrido es que desaparecieron bodegas de toda la vida por no evolucionar, y el que lo ha hecho y ha mirado hacia adelante se ha acoplado y está triunfando.

Antonio Espinosa: “Para triunfar en este mundo del vino hay que ir a una velocidad...