viernes. 29.03.2024

El dolor de espalda es uno de los motivos de consulta médica más frecuentes, de hecho se estima que todos tendremos algún episodio de dolor de espalda durante nuestra vida, que hasta un 14% de la población adulta sufre al menos un episodio al año de dolor de espalda de 30 o más días de duración y que hasta un 2% de la población causa baja laboral por esta razón. El dolor de espalda no entiende de edad, raza, sexo ni cultura y puede aparecer en cualquier persona. La zona de la espalda que duele con más frecuencia es la zona más baja: la lumbar, y por eso a ese dolor se le llama lumbalgia (algia = dolor en griego).

Hay una correlación importante entre el tipo de trabajo desarrollado y la incidencia de dolor de espalda, teniendo más posibilidad de padecerlo las personas que realizan trabajos que conllevan esfuerzos repetitivos como la construcción o la agricultura. Así mismo hay una correlación importante entre el grado de estrés y el dolor de espalda.

Las pruebas diagnósticas y el dolor de espalda. Siempre intentamos asociar las alteraciones anatómicas que aparecen en las pruebas de imagen (radiografías o resonancias magnéticas) con la causa de nuestro dolor de espalda pero, en contra de lo que se suele creer, esto no es válido en muchos de los casos.

A los 40 años, el 50% de los pacientes que no tienen dolor de espalda presentan cambios degenerativos en la radiografía o resonancia; a los 60 años, esta cifra aumenta hasta el 90 %. En el 100% de las autopsias realizadas a personas de más de 50 años se encuentra patología de los discos o de las articulaciones en la espalda.

Por tanto, cuando en la RMN nos dicen que tenemos, por ejemplo, una protrusión discal, no debemos pensar automáticamente que esa es la causa de nuestro dolor si no se acompaña de unos hallazgos clínicos acordes.

En muchas ocasiones nos encontraremos con que no hay lesión morfológica (hernia discal, artrosis, etc…) que explique el dolor de espalda. En estos casos hablaremos de lesión funcional: “la que no se ve pero se nota (dolor)”. Este tipo de dolores está causado por una disfunción vertebral, que no se puede ver en ninguna prueba diagnóstica. Para tratarlo hay que acudir a un médico que conozca este tipo de patología y sea capaz de identificarlo y tratarlo.

Tratamiento del dolor de espalda. Una vez diagnosticado el tipo de dolor de espalda por un médico, debe decidirse el tratamiento adecuado. La mayoría de las veces, el tratamiento no pasa por una operación, aunque esta tiene indicaciones claras en algunos casos.

En muchas ocasiones con una rehabilitación bien indicada por un médico especialista se consiguen resultados muy satisfactorios. Otras veces hay que utilizar tratamientos con fármacos que disminuyan la inflamación que está ocasionando el dolor o que relajen los nervios afectados. Ambas medidas pueden ser combinadas por el médico para conseguir mejores resultados.

Hay casos en que la inyección de fármacos en ciertos lugares de la columna constituye un procedimiento muy efectivo y rápido. Así mismo, la manipulación vertebral tiene también  indicación en muchos tipos de dolor de espalda.  En cualquier caso, estos tratamientos deben ser indicados y llevados a cabo por un médico cualificado.

Apuntes sobre el dolor de espalda: lumbalgia