viernes. 19.04.2024

La felicidad de las cosas pequeñas

¿Me pregunto, si debido a diversos factores y variables el ser humano actual ha perdido la capacidad de alegrarse con las pequeñas cosas, los pequeños acontecimientos, las pequeñas realidades humanas, naturales, sociales, culturales…?

¿Si debido a múltiples razones, el ser humano ha perdido su lugar, su concepción de su lugar en el mundo…? ¿Quizás, por demasiado materialismo, relativismo, hedonismo, escepticismo, “experiencialismo”, “novismo”, y, todas las combinaciones de factores y variables, necesidades y causas…?

¿Hemos y nos hemos lanzado, al hombre al y, en el mundo, sin las suficientes espadas y escudos para defenderse del mundo, de los vericuetos de estas realidades humanas y sociales y naturales y culturales?

¿Nunca, al menos en Occidente, y posiblemente, en ningún tiempo, ni en ningún lugar, comparado con hace cincuenta o cien años, sin negar variables negativas, el ser humano ha vivido y existido con y en tal grado de prosperidad y de derechos, teóricos, y en parte, prácticos como ahora?, ¿cierto es que más en Occidente, más que en ningún lugar del mundo? ¿Porque, aunque en otras zonas del mundo exista menos prosperidad económica, en teoría, tienen derechos constitucionales que jamás, han tenido a lo largo de los siglos…?

¿Con todo lo bueno, que quizás no seamos capaces de sentir-percibir, todo lo bueno de ahora, comparada con la existencia real de hace cincuenta o cien años, en cualquier lugar del mundo, también el ser humano se encuentra de alguna manera perdido en si mismo y consigo mismo…?

¿Diríamos que hemos conseguido, estados de bienestar, teóricos y prácticos, derechos teóricos y prácticos como jamás hemos tenido, en general, en cualquier lugar del mundo, ciertamente en unos más que en otros, pero por otro lado, percibimos la realidad, con más angustia, más desesperanza, quizás debido a los acontecimientos, entre otros, que somos capaces de saber, que tenemos el poder de autoextinguirnos, hemos estado bajo la espada de Damocles de la propia extinción o peligro de ello, la reflexión de las dos grandes guerras mundiales del siglo veinte?

¿El gran sistema social, por un lado, tiene que incentivar el consumo, a y en casi todos los sentidos, con niveles muy altos de libertad individual y de tolerancia y autonomía, para entre otros motivos, crear trabajo para el suficiente número de personas, ya que se ha ido doblando la población desde hace dos siglos, y, esto acarrea enormes ventajas, pero también grandes contradicciones…?

¿Por otro lado, al menos en Occidente, la reducción de la creencia en las tradiciones o metafísicas o religiones tradicionales de siglos, ha disminuido, lo que ha llevado a los seres humanos a sentir y sentirse, por un lado liberados, pero por otro lado, desnudos, lo que acarrea, que el ser humano afronta, por una vez en la historia, o, y, a grandes grupos o proporciones de la población, a afrontar la vida, sin una creencias suficientemente fuertes en las metafísicas-religiones-revelaciones tradicionales occidentales…?

¿Lo que por un lado le acarrea o puede traer, un grado subjetivo de supuesta liberación, y de autonomía personal y de orgullo de si mismo, pero por otro lado, un sentimiento de pérdida-pena-angustia, desazón-desesperanza, de no saber encontrar su lugar en el mundo…?

¿En estas tesis de angustia-desangustia, de encontrarse y no encontrarse, han aparecido, diríamos tres tipos de salvaciones y de salvadores no tradicionales, por un lado, una caída, a veces, sin medida en materialismos-hedonismos-relativismos, a y de todos los tipos, o, se ha caído, en sistemas de consumo, algunos denominan consumismo, a y de todas las maneras, pero no solo bienes materiales, sino placeres, sensaciones, experiencias?

¿Y, en tercer lugar, salvadores de todos los tipos y formas y maneras, que con diferentes, sistemas teóricos y prácticos acarrean y llevan a los seres humanos hacia posiciones, que diríamos, que no son solo heterodoxas, vistas desde una mínima ortodoxia del saber científico, sino también desde una mínima racionalidad moral y conductual y filosófica, lo que encierra, a multitud de seres humanos, en grupos, que no son liberadores, aunque siempre se manifiestan así, sino que atan a los humanos a conductas enormemente negativas, aunque se vean como liberaciones, atándoles a grupos cerrados y con demasiadas obediencias…?

De todo ello, de todo este panorama, cada ser humano, cada grupo, debemos volver a pensar, a disfrutar de las cosas pequeñas, de las pequeñas alegrías y felicidades, que son adecuadas y racionales, y suficientemente morales, y si es posible, acordes espiritualmente… Tenemos que volver a valorar de forma adecuada y correcta, el llevar una vida simple, siempre dentro de la legalidad y la moralidad de la sociedad, la moralidad probada y comprobada durante siglos, e incluso de la religiosidad y espiritualidad que ha ido decantándose durante siglos en Occidente.

Y, de ese modo, valorar, de forma correcta, el trabajo o la vocación personal, y dentro de la sociedad, lo que es legal y moral. Estar dentro de la sociedad, en lo bueno que tiene, aunque sea pequeño, en esa vida rutinaria y normal, del pueblo, que ha ido realizando durante siglos. En ese medio y mundo de la familia, cada uno, según su situación familiar, de padres o hijos, de viudas o solteros, de casados o no casados…

Y, no caer en las enormes tentaciones, de negar lo bueno de la vida rutinaria y normal, la vida del pueblo, que ha ido evolucionando durante siglos, dónde está, diríamos grandes dosis de verdad y de bondad, también de algunos errores, pero no caer, en hedonismos y materialismos y relativismos sin medida, o caer en grupos o en sistemas de ideologías, o en ideologías que aparta a los hombres de la vida normal y rutinaria, del sentido común y del saber ortodoxo y racional, tanto el que nos proporciona la ciencia o la sana filosofía y la sana moralidad y la sana religiosidad y espiritualidad…

¡Cuándo el ser humano, se siente perdido, debe sentarse y analizar y observar y mirar, todo su interior y su exterior, con mesura y racionalidad y prudencia y tranquilidad y ortodoxia del saber natural y social y moral, sin caer en grupos o ideologías o sistemas de ideas, que parece que proporcionan grandes dosis de libertad y de salvación y autosalvación, y por lo general, hacen caer a los seres humanos, en trampas, teóricas e ideológicas y conductuales y prácticas…!

¡De ahí, la enorme necesidad de la felicidad de las pequeñas cosas, en la pequeña vida de cada uno, de ahí del disfrute de las pequeñas cosas, de la alegría de las pequeñas cosas de la vida, esas pequeñas cosas legales y morales, probadas y comprobadas durante siglos…! ¡De ahí, en los tiempos de vulnerabilidad e incertidumbre personal, e individual, ser racionales y prudentes, y no caer, en grupos o en ideologías o en experiencias, que a la corta y a la larga, prometen muchas felicidades, pero atan a los seres humanos a grandes infelicidades…! ¡Hoy, en tiempos de tanta capacidad de información que tenemos y disponemos, caemos en multitud de errores, unos, en unos, otros en otros…! ¡Paz y racionalidad y prudencia y saber ortodoxo y bien…!

La felicidad de las cosas pequeñas