viernes. 29.03.2024

Tras casi diez días de periplo por la Normandía francesa, los 21 alumnos valdepeñeros, acompañados de tres profesores, llegaron con numerosas vivencias y aprendizajes en la mochila…dispuestos a abordar la recta final del curso en su instituto, que este año concluye de forma experimental algo antes por propuesta de la administración educativa. Pero indudablemente satisfechos, y con conciencia del significado de nuestro país dentro de Europa en general y de Francia en particular.

Conclusiones, aprendizajes, horizontes que se amplían  y lazos que se estrechan tras el encuentro francés

En Nonantcourt fueron recibidos por los anfitriones franceses, a la sazón coordinadores del proyecto Erasmus “Living and working together: sharing and caring” en el que el Bernardo de Balbuena ha estado inmerso desde el pasado curso, a través de la primera movilidad a Suecia. Todo gracias a la implicación de un amplio grupo de profesores del instituto con Eva Jesús y Paula Carmona como inspiradoras y desde la coordinación.

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En estos días, y tras una presentación de las diferencias existentes entre el sistema educativo francés y el español, los alumnos valdepeñeros obtuvieron impresiones contradictorias: “tal vez trabajen más en equipo en otros países como Francia, y eso está bien, pero esos alumnos tienen un menor nivel de aprendizaje”, explicaban algunos de los participantes en esta última movilidad. De hecho, apuntaban estos “corresponsales”, los alumnos saben menos inglés (pese a ser esta la lengua vehicular de la UE), y no mucho español. “Tal vez son divertidos los clubes de experimentos en ciencias, drama o yoga que existen” pero quizás restan tiempo al aprendizaje de contenidos, decían varios alumnos de 3º de la ESO como Lucía o Teresa, partícipes en la movilidad. Interesante también observar que el proyecto Erasmus de la UE desde 1985 (y gracias al innegable impulso del ciudadrealeño Manuel Marín, recientemente fallecido) sigue manteniendo distintos niveles de “implicación” en los países englobados en el mencionado proyecto, que no parecen desprenderse del todo de estereotipos que siguen dejando casi en exclusiva a España en el lugar de la fiesta, el sol, el flamenco y la diversión por encima de otras consideraciones; así se desprendía de lo percibido por Rosa o por Carmen, también alumnas desplazadas a Nonancourt. Todo ello pese a que no son pocos los alumnos que se mueven por Europa para seguir aprendiendo gracias a este proyecto europeo. Así, parecen existir “distintas velocidades en conciencia europeísta” en los países miembros de la UE, pese a que profesores y padres nos empeñemos en ampliar horizontes, no solo territoriales mediante viajes, sino también en perspectivas mentales y conciencia de quienes están en periodo de formación, los alumnos. Y es que somos europeos, y juntos seguimos construyendo Europa, sí; desde lo que nos une y con nuestras particularidades y diferencias. Por fortuna.

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Entre las actividades realizadas por los alumnos Erasmus en distintos grupos de trabajo, han brillado con luz propia los debates sobre el acceso de los niños/adolescentes a las tecnologías, la pervivencia de la UE y la conveniencia o no de la tarea escolar en el curso, explicaba Rodrigo. Alberto señalaba lo llamativo de una encuesta de calle realizada para incluirse en un vídeo sobre la implicación ciudadana en el medio ambiente. Se ha llevado a cabo una canción sobre la experiencia Erasmus, (flashmob que no recogió algunas aportaciones sino que las cambió por los sabidos tópicos españoles), un corto sobre la importancia de las lenguas como vehículo de acercamiento entre culturas y nacionalidades, o  sobre los recursos naturales como el agua, con la visita al sistema de purificación del agua del subsuelo, en un enclave de tradición normanda. Y, por supuesto, emotiva exposición recopilatoria de las fotos de los tres viajes, y fugaz recorrido cultural/turístico por el entorno inmediato (Evreux, Rouen y su catedral inmortalizada por Monet, o la abadía de Jumièges) para terminar en París donde no faltó un crucero por el Sena para acabar en la torre Eiffel. Interesantísima experiencia. 

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Satisfactorio punto final al proyecto Erasmus+ del Bernardo de Balbuena