Sin isocronía política
David Hume, en uno de sus radiantes escritos políticos, sostenía que los representantes del pueblo no sólo no podían representar otra cosa que sus comitentes – la representación política también deviene de un contrato sinalagmático -, sino que tampoco podían representar ni el pasado ni el futuro, sino sólo el presente flagrante de su representación. Ni podían cambiar el pasado ni tampoco hipotecar el futuro con decisiones que no pudieran ser corregidas por las decisiones de representantes de comitentes futuros.