¿Quién es más repugnante el que apoya el terrorismo o el que lo justifica en base a unos cobardes sentimientos que deja de lado los más elementales principios de solidaridad con los compañeros asesinados?
El PSOE debate sobre quien encabezará la Secretaría General y los ciudadanos que no somos sus militantes aunque no votemos si opinamos. Y seguiremos hablando del tema guste o no guste.
Me preocupa que por un capricho del destino, algunos se tapen los ojos y el entendimiento, ante las veladas declaraciones de Pedro Sánchez, dispuesto a pactar con un Podemos que recibe a Otegui como “luchador” en ese en fracaso “de lucha armada” que todos celebramos haya terminado.
Pedro Sánchez parece olvidar que desde 1979, numerosos socialistas fueron asesinados por la ETA:
- Enrique Casas Vila (1984)
- Vicente Gajate Martín (1984)…
- Ernest Lluch Martín (2000)
- Fernando Múgica Herzog (1996)
- Froilán Elespe Inciarte (2000)
- Germán González López (1979)
- Isaías Carrasco Miguel (2008)
- Jose Luis López Lacalle (2000)
- Joseba Pagazaurtundúa Ruiz (2003)
- Juan María Jáuregui (1996)
- Juan Priede Pérez (2002)
O estamos ante el final de un decadente período “donde el todo vale” impulsó la corrupción política en temas económicos a otra corrupción más preocupante: la que afecta a los valores y principios que deben presidir nuestra democracia.
“Dime con quién andas y te diré quién eres” refrán al caso que inquieta a cuantos rechazamos la más remota posibilidad de aupar a los podemitas, - muy ausentes en nuestra población, como no sea para opinar de un tema más propio de los sindicatos (servicio de limpieza del Hospital) pues en el marco municipal parece que solo les interesan los temas de contratación y oposiciones – que afectan a sus intereses.
En el Parlamento Europeo hubo de todo: paciencia para escuchar y expresiones de protesta por llevar a un etarra “a montar su repetido mitin” con una zigzagueante estrategia socialista que unas veces parece ser autónoma de Podemos y sus marcas blancas: I.U y otras dando a entender que se les sigue el juego.
El tiempo juzgará a quienes pueden ostentar el poder en un Psoe verdaderamente renovado y que no olvida a los compañeros muertos por las ideas que parecen bendecir “cierta y mal llamada izquierda”.