jueves. 28.03.2024

Nuestra capacidad de asombro

Independientemente de la ideología de cada uno, hay que reconocer que para considerar nuestra identidad como nación se deben dar dos aspectos fundamentales

Independientemente de la ideología de cada uno, hay que reconocer que para considerar nuestra identidad como nación se deben dar dos aspectos fundamentales:

1.-  Masa poblacional suficiente  y organizada. 2.-  Minoría de individuos selectos que la dirigen. Como decía Ortega (España invertebrada “El imperio de las masas”) si la masa se niega a ser masa – esto es decir que se rechaza seguir siguiendo a una minoría directora -, la nación se deshace, la sociedad se desmiembra, y sobreviene el caos social que es la invertebración histórica.

Asistimos al espectáculo de la corrupción política como síntoma de una inmoralidad que rebasa nuestra capacidad de asombro. Pero la enfermedad que nos aqueja es mucho más grave, pues peor que tener dicha enfermedad es ser la  propia enfermedad que nos carcome, asistiendo al triste espectáculo “de que los peores de la sociedad, son los que más se revuelven contra los mejores “.

¿Acaso no vemos el bochornoso espectáculo de los que llevan su protesta con signos tan denigrantes  como orinar públicamente en la calle  ante los signos tradicionalmente respetados y sacralizados?

Hay como un arrastramiento y no solo en lo político pues se llega a afectar a la convivencia social hasta que llegue ese colapso que nos gustaría evitar.

Estamos con Ortega cuando dice “que la historia de una nación no es sólo la de su período formativo y ascendente: es también la historia de su decadencia”. Y si aquella consistía en reconstruir las líneas de una progresiva incorporación, ésta describirá el proceso inverso. LA HISTORIA DE LA DECADENCIA DE UNA NACIÓN  ES LA HISTORIA DE UNA VASTA DESINTEGRACIÓN. Interesante reflexión para los momentos que estamos viviendo o sufriendo (según como se mire ) con la ola independentista o separatista que parece conducirnos a un callejón sin salida.

Se probó la fórmula para ricos con la España de las autonomías. Opción muy cara para el erario público, que pareció más convencer a los políticos que veían aumentadas sus perspectiva laborales, que a los propios ciudadanos envueltos en más burocracia estéril, consiguiendo atrofiar la unidad nacional en vías de disolución, haciéndonos comulgar con ruedas de molino, dejando entrever con ayuda de ciertos poderes fácticos que todo lo que sea nacional huele a rancio y franquista.

¿Acaso habrá que volver a los reinos de taifas? Desde luego cuando hablamos del poder político se afronta con naturalidad dar valor y reconocimiento  a los barones como intereses para el reparto de la “tarta”, nuevos especímenes del sistema.

Mientras tanto si había algo de cohesión, se acaba atrofiando, la unidad se disuelve y se vuelve a vivir cada parte de nuestra geografía como un todo independiente.

Y no es difícil asignar un papel a la fuerza , que nuestra Constitución configura como garante de la unidad nacional cuando la persuasión y el razonamiento no sirven ante el egoísmo de algunos.

¿Se hará precisa la gran cirugía histórica con estos gobernantes pusilánimes y tibios que son capaces de todo para perpetuarse en sus prebendas? 

Nuestra capacidad de asombro