jueves. 18.04.2024

¿Cuándo se decidió que seríamos vuestro basurero?

La pregunta que cada vez más ciudadanos de esta región se hacen es clara y directa: ¿los incendios de residuos altamente tóxicos producidos con escaso margen de tiempo en las localidades de Seseña (Toledo) y Chiloeches (Guadalajara) son hechos accidentales? ¿Mantienen, en caso de que no sean meras coincidencias, algún tipo de relación. 

La pregunta que cada vez más ciudadanos de esta región se hacen es clara y directa: ¿los incendios de residuos altamente tóxicos producidos con escaso margen de tiempo en las localidades de Seseña (Toledo) y Chiloeches (Guadalajara) son hechos accidentales? ¿Mantienen, en caso de que no sean meras coincidencias, algún tipo de relación. Aparentemente son hechos aislados motivados por la casualidad y simplemente unidos por la tóxicidad de los residuos, la peligrosidad de los incendios y el carácter mediático que han tenido. Pero, ¿y si no hay que hablar, en este caso concreto, de casualidad sino de causalidad?

Vaya por delante, antes de avanzar más y aún por extinguir el de Chiloeches, que estos hechos han demostrado la eficacia y profesionalidad de los bomberos y demás personal técnico que ha trabajado en las tareas de extinción. Desde aquí mi agradecimiento y reconocimiento, a pesar de las dificultades a las que, como todos sabemos, se enfrentan.

Pero, y retomo el tema donde lo habíamos dejado, más allá de las apariencias hay cuestiones muy graves que trascienden de los dos incendios:

1.- Las dos plantas de residuos altamente tóxicos estaban operativas sin licencias o autorización de la actividad.

2.- Según los propios ayuntamientos esa ilegalidad fue comunicada y, por tanto, era conocida por la Junta de Comunidades.

3.- En ninguno de los dos casos se intervino para impedir que las plantas siguieran operando.

4.- Las consecuencias de los dos incendios, aún por sustanciar, son muy altas en lo económico, graves en el aspecto medioambiental y de riesgo para la salud de las personas.

5.- Existen fallos evidentes en los procedimientos administrativos de control y seguimiento del tratamiento de residuos altamente tóxicos y peligrosos, lo que requiere una reacción urgente del gobierno regional.

Pero hay otro aspecto que, si cabe, me produce más preocupación –incluso indignación.- Es una cuestión sutil pero sin duda patente y es que, a nuestras espaldas, se está convirtiendo nuestra tierra, mi región, en una especie de basurero donde vienen a parar aquellos residuos que se producen en el resto del Estado. La acumulación incesante de los mismos en nuestros pueblos y comarcas son una constante que puede hacer que, en no poco tiempo, Castilla-La Mancha sea, única y exclusivamente, el basurero del Estado. Un futuro poco edificante para quienes pensamos, creemos y sentimos, que nuestra tierra tiene mucho que ofrecer y tiene, sobre todo, un potencial natural a potenciar y no, por supuesto, a “llenar de escombros y residuos.”

Y todo esto, permítanme también que lo remarque en mi condición de conquense y manchego, a la espera de que, si no lo evitamos todas y todos unidos, nos pongan la guinda del pastel en forma de Cementerio Nuclear (ATC).

Obviamente, las y los castellanomanchegos no queremos ser el “basurero oficial de España” y tenemos que pedir a las administraciones públicas, regionales y nacionales, que tomen medidas para acabar con esta tendencia. Que actúen con criterios a medio y largo plazo y no solo cortoplacistas que responden a la pregunta “¿dónde llevo esto que me cause menos problema?”

¿Cuándo se decidió que seríamos vuestro basurero?