viernes. 19.04.2024

Verdad, postverdad y metaverdad (o lo mismo me da)

¿Qué nos están vendiendo-preparando, cuando nos repiten con insistencia “la era de la post-verdad?

Seguramente nada, pero cumple las expectativas del marketing-neuronal de alta frecuencia social. Porque medir la verdad en un mundo oficializado por la cotidianidad relatada en clave telenovela o del discurso protocolario bajo el contexto político-institucional es no decir la verdad, es relatar el hecho sobre las costumbres de dominación y las geografías de la información del poder. Creando el neologismo de Post-verdad, se centra la función lingüística en la verdad, que era minutos antes una verdad, a sabiendas de que la verdad ya era la opinión por encima de los hechos, lo que viene a solapar una con otra, para situar a la post-verdad como una bifurcación de aquella del síntoma religioso y sádico del mundo-relato. Entronizando la post-verdad entramos en la meta verdad, aquello que simboliza un éter emocional, una psiquiatría social-cultural, en donde las emociones se encarnan a la victoria por el uso de las supersticiones culturales, emociones a flor de piel y distorsiones reales o no, pero que ligan muy bien con el entorno de los sufragios electorales y eso...

Pero como en cualquier alusión a algo nuevo y novedoso (en este recorrido de la post-verdad) todo se ha circunscrito a lo político, a lo visceral, a las sorpresas detentadas por unos majaderos hacia el maestrean político global, y en todo caso, la post-verdad esconde desde este anuncio, un golpe de estado hacia la verdad (creada o fabulada), como el dado por Trump por medio de las elecciones_ cuento de hadas de la libertad_ "una metaverdad-". Y ¿vendiendo?, pues una trampa, la vida misma que se emplea para el juego, un discurso de poder soberano dentro de la propiedad del lenguaje, otro territorio, poco explorado por los cuestionamientos hacia el poder o la semiótica del poder...¿Quién tiene la propiedad del lenguaje? ¿dónde habita la semiótica que nos habita?. O pienso luego ambiento, que iría condicionado a la facultad de hacer moverse la lágrima misma de la estatua donde corre el ideario de la fe misma. Este es otro tema … dejémoslo en pienso luego ambiento para los espacios universitarios y atentos profesores y profesoras…

Verdad, postverdad y metaverdad (o lo mismo me da)