jueves. 28.03.2024

El Diario de Etty Hillesum, III

Los Diarios de Hillesum, una judía de Ámsterdam que terminó en Auschwitz, son un espejo de la realidad humana, no solo interior, sino diríamos el mar de la sociedad y de la historia.

Estos Diarios que se comparan con los de Ana Frank, son los de una mujer joven, no la de una adolescente, por tanto, con una vida ya a sus espaldas, sea pequeña o grande. Por lo cual, al examinarse, quizás sin demasiada piedad hacia si misma, nos revelan, aspectos del enorme pozo y escalera del que somos o estamos hechos. Ciertamente, quizás, no podamos estar de acuerdo, en todos los aspectos con ella. Pero esta obra, es un enorme monumento a la búsqueda de la conciencia y consciencia humana, en tiempos revueltos.

Cuándo indica en alguna de sus páginas, con otras palabras, que no debemos analizar demasiado los acontecimientos del pasado de nuestras vidas, o quizás que lo debamos hacer con piedad y conmiseración y misericordia hacia nosotros mismos. Estamos enfrentándonos a un tema que sería de total actualidad, en una época, diríamos de demasiadas experiencias afectivas y emocionales, en una gran parte de la población, de distintos calibres, quizás, la mayoría debida a la inexperiencia, a la tolerancia de las costumbres sociales, quizás debido a demasiada laxitud moral. Pero que después las personas tienen que sufrir sus propias experiencias-vivencias, sus propios recuerdos, sus propios desamores, sus propias búsquedas de lo que es y no es. Quizas, Edith, nos enseña a soportar esa carga del pasado. En unos, de un tipo, en otros de otro.

Edith, también sería ese ejemplo, parece ser que en Europa, ahora muy desarrollado, fue también pionera, en una persona que diríamos perdió a Dios, no sabe en qué parte del camino o de experiencias o de conceptos, y esa búsqueda de interioridad, esa búsqueda en esos acontecimientos que le tocó vivir de la segunda guerra mundial, acabó creyendo en Dios, teniendo a Dios como lo más profundo de su ser, búsqueda y encuentro, quizás muy parecido al de Dostoievski y de Agustín de Hipona, textos que su psicoterapeuta Spier, parece ser aconsejó que leyese. En esto, podríamos indicar que también es pionera, y en esta cuestión, quizás también podría ayudarnos a nosotros los contemporáneos.

En definitiva es conocer los profundos afectos y sentimientos humanos, pero al mismo tiempo, no ser aplastados por ellos, es decir, que la dimensión irracional del ser humano es esencial, pero no es la única, diríamos que ésta debe ser armonizada en el mundo racional, pero también en el espiritual. Dicho de otro modo, en las tres dimensiones, unidas en una substancia, como diría Tomás de Aquino, somos carne en una razón y en el espíritu-alma. Quizás, la vida de todo ser humano, sea consciente de ello o no, transcurre buscando esa armonización de estos niveles, ciertamente, en un medio social y cultural e histórico concreto. Somos peces en una enorme galaxia de aguas.

¿Por qué Edith, sabiendo que la persecución contra los judíos era inminente, por qué decidió no esconderse, como tantos le aconsejaran? ¿Por qué, diríamos con su presencia, quiso enfrentarse al mal, de forma directa? ¿Qué realidades interiores y exteriores, la llevaron a esa aptitud y actitud, que personalmente pienso fue errónea…? ¿Cuánto conocimiento se perdió con ella, qué nos habría narrado del alma humana, si hubiese vivido dos años más en el drama de esos acontecimientos, que escritora-pensadora habría podido llegar a ser, de haber vivido hasta la edad de noventa años, en Holanda, en Inglaterra, en Estados Unidos…? ¡¿Para mí, es incomprensible, esa aptitud, pero no la juzgo, porque todo ser humano tiene derecho a defender su vida, es un deber, nos diría el Aquinate, dentro de la legalidad y moralidad correcta…!? ¡Pero este es el misterio de la libertad-voluntad-racionalidad humana, este es uno de los misterios y enigmas de Edith…!

Edith, como supongo, toda persona, pasa alguna etapa de su vida, por el concepto-experiencia-vivencia de noche, que nos diría Juan de Yepes, sea noche de los sentidos, sea noche del espíritu. Y Edith ante esa noche, la resuelve con una creencia profunda en el Ser Otro o el Buen Dios. Dentro del enorme drama de la historia que le toca vivir, dentro de su pequeño drama de su historia afectiva, intenta atarse al clavo ardiente de Dios, aunque no entienda y no comprenda por qué Dios permite esos acontecimientos. En definitiva, es el grito de Job que se materializa y cristaliza de otra manera y de otra forma a lo largo de la Historia. Diríamos que esto es una constante antropológica universal.

En un momento, ella indica en una carta, que “considera que la vida es bella”, y que esta belleza está unida y dimana de Dios. Quizás, en unos tiempos, que se producen, por ejemplo, casi un millón de suicidios en el mundo. Quizás, este mensaje de que dentro de cualquier drama humano, y pueden ser de muchos tipos, el ser humano puede encontrar la vida bella, dentro de una enorme enfermedad, psíquica o corporal, el ser humano encierra en si mismo, una enorme belleza. Y que esa belleza está unida a la Verdad Suma, a la Bondad Suma, a la Belleza Suma, es decir, al Buen Dios.

Posiblemente ese mensaje de esperanza, de gran esperanza que Edith o Ester nos muestra, es el testigo que debemos recoger, porque la piedra, que estará al lado del camino y que te torcerá un brazo, te está esperando a ti y a todas las personas. Quizás, los Diarios y las Cartas de Edith, nos podrían ayudar a entendernos mejor, y por tanto, a superar mejor los sufrimientos del mundo. Quizás, estos Diarios, en un tiempo, que tanta información se recibe, quizás, este Diario te está esperando al lado del camino, para que los recojas, y sosegadamente los leas, te leas en ellos.

El Diario de Etty Hillesum, III