viernes. 29.03.2024

Sobre la lujuria, I

Se puede definir lujuria como el acto o hábito desordenado en cuestiones de la sexualidad. Tocar este tema, es siempre equivocarse, por exceso o por defecto, por estructura o por contenido, porque te quedarás corto o largo, y sobretodo, porque no son tiempos, para indicar, que quizás la sociedad, en general, ha caído en un pansexualismo, y por consecuencia, se ha pasado de un extremo a otro. Pero un modesto articulista debe, le guste o disguste tratar de todos temas de cuestiones, y ésta, los errores morales graves o antiguamente denominados siete pecados capitales, y en concreto la lujuria, como los demás, tiene la obligación y el deber y el derecho de tratarlos, y después cada uno reflexione con su conciencia, admitiendo que la conciencia moral y psicológica, esté bien adquirida y formada y conceptualizada, a y desde todos los puntos de vista. Sin negr que en este tema, como en la mayoría, pues la complicación de dichas cuestiones superan, al menos, a este escribidor-redactor, que soy yo.

Ahora casi nadie habla, ni nadie enseña de lo que tradicionalmente se ha denominado siete pecados capitales, hoy podríamos denominarlo siete errores morales graves o siete hábitos negativos o siete desvirtudes inmorales. Pero se hable poco o mucho, no cabe duda, que al no razonar sobre estos temas, lo único que se consigue es que más personas, más fácilmente caen en estos errores. Por consecuencia deberíamos pensar y reflexionar sobre esta cuestión.

¿Admitimos que puede existir una sexualidad incorrecta, sea por el sujeto y objeto, sea por la forma o manera, sea por la persona, sea por la cantidad, o sea por otros motivos? ¿O por el contrario dentro de unos límites, siempre que sea consentida por las dos personas, siempre que sea legal, siempre que no sea forzada, y otros parámetros, todo es admisible? ¿En definitiva, nos estamos planteando si existe una sexualidad correcta, o existe una sexualidad incorrecta, y cual sería la correcta y la incorrecta…? ¿Incluso admitiendo un grado enorme de tolerancia, que la sociedad civil y el Estado admita un grado de tolerancia muy amplio, por razones sociales, políticas y de otro tipo, no quiere decir, que toda sexualidad sea correcta, igual que se admite una cantidad enorme de licores y bebidas alcohólicas, pero no se admite que el consumo de todas y de todas formas y de todas las cantidades y en todas las edades sea lo correcto?

Hoy, en casi todos los temas morales y éticos, nos enfrentamos con un problema de fondo, que es pensar que todo deseo-emoción-sentimiento-pasión-libido-instinto que un sujeto tenga, si es suficiente, para que esa persona lo acepte como bueno. Porque uno, usted o yo, tengamos tal o cual deseo o pasión es suficiente para que éste sea bueno o conveniente o correcto desde el punto de vista psicológico, moral, social, cultural, conceptual, etc.

Si dividimos al ser humano como estructuras psicológicas-biológicas morales-éticas conscientes e inconscientes, o si se quiere racionales e irracionales. Y en el campo de la irracionalidad estarían todo el maremagnum de deseos-pasiones-pulsiones-instintos-sentimientos, la cuestión es simple y difícil, todo lo que una persona siente, además de ser legal o ilegal, es conveniente o desconveniente, desde el punto de vista concreto de esa temática, de ese saber podríamos decir, desde la moralidad, desde la espiritualidad, o desde la salud física o la salud moral o la salud espiritual o la salud económica o de la salud psicológica…

¿Vivimos en una sociedad, que por lo general, por distintos motivos y razones y causas, ha caído en un enorme consumo, en todo, quizás para producir empleo, quizás, también por multitud de motivos-causas-razones, e invita constantemente a incentivar todo tipo de consumo, dentro de unas normas legales muy amplias? ¿Pero aunque la sociedad-Estado en su organización, por diversos motivos, tenga normas-leyes jurídicas muy amplias, en el terreno de la moralidad y concretizados en multitud de campos, incluso en la sexualidad, quizás no todas las prácticas, ni todas las concepciones sobre la sexualidad sean igualmente convenientes, racionales, razonables, prudentes, correctas, para uno mismo, para la otra persona, para la propia familia, para la sociedad…?

¿Hay que plantearse, con racionalidad, con prudencia, pero con valor, que quizás, los que gestionan la sociedad, han considerado que la manera más eficiente de regir y gestionar la sociedad y sociedades, es que los humanes sean más libres, y caigan en más errores personales de tipo afectivo y de tipo moral, y así de ese modo, caigan en más errores económicos, sociales, conceptuales, etc., y sea el gran instrumento que permite que cada día, miles de millones de seres humanos salgan de sus casas al trabajo…?

¡No lo expresamos, como maldad, que sea por motivos de maldad, sino que no han encontrado otras formas y maneras, de gestionar y gobernar a los seres humanos, en una sociedad, que no es esclavista, ni feudal, la manera de tener cientos de millones de seres humanos cada día en el tajo del trabajo, es diríamos darles mucha libertad personal e individual, crear mucha necesidad de consumo de muchas cosas, y cada uno, después, unos caeremos en una forma de ser y de estar en el mundo, y otros, otros en otras, dentro de la legalidad, pero rozando muchas veces, la inmoralidad, pero diríamos que es el precio que hay que pagar, para que la máquina social continúe funcionando…!?

Vivimos en una sociedad que se podría denominar pansexualista, en la cual, existen multitud de estímulos, quizás docenas o cientos cada día, en la vida normal, en los medios de comunicación, en la publicidad, que están incentivando constantemente todos los sentidos, y especialmente los deseos sexuales. Por lo cual, el ser humano se siente asediado consciente o inconscientemente por multitud de estas percepciones-estímulos que inventan sus pasiones-deseos-pulsiones-libidos en este aspecto de la realidad-existencia y en otros.

Por lo cual, sin exageraciones, en la medida de lo posible, hay que quitarse de todos estos estímulos que hipervaloran e infraccionan aún más los deseos sexuales. Hay que moderar dichos estímulos y percepciones para no incentivar aún más los deseos-pasiones en este sentido, siempre sin exageraciones, con mesura, cada uno según su estado de vida.

¡¿Cuántas personas a lo largo de hoy mismo, a lo largo del siglo, a lo largo de la historia ha perdido su norte, por no tener una sexualidad correcta y adecuada, según su estado de vida, no es lo mismo un célibe consagrado, que una persona viuda, que un casado, etc.?!

La sexualidad es una fuerza tan enorme, podríamos decir, que en parte, el cerebro es sexual o sexuado, que si no se controla de forma correcta, puede desorientar al ser humano, en uno o en varios sentidos, en multitud de aspectos de la existencia. Quizás, esto se comprende-entiende demasiado tarde, si los individuos reflexionan seria y profundamente sobre este tema y su existencia, pero pocos se atreven a indicarlo a las generaciones siguientes, menos ponerlo por escrito.

No hay que olvidar, ni obviar, que una sexualidad no adecuada, no solo afecta al ser humano que en primer lugar, es el sujeto actuante y recipiente, sino que por lo general, también interviene otra persona u otras personas a lo largo de la vida. Por lo cual, siendo la sexualidad una fuerza-energía tan profunda en el ser humano, una sexualidad no correcta, sea de un modo o sea de otro, puede afectar a otras personas, de un modo o de otro. Pongamos un ejemplo, que alguien vaya a un lupanar, no solo afecta a la persona, que recibe esos servicios, a su propia familia, a la sociedad en general, de una forma o de otra, sino a las personas que le ofrecen ese servicio, sea voluntariamente, sean obligadas esas personas por cuestiones económicas, más aún, cuándo quizás, ya intervienen trata de personas, etc.

Dicho de otro modo, un mal, un mal que realiza una persona, no solo le afecta a ella misma, en este caso, caer en la lujuria, sino a otras personas, en mayor o menor grado.

Deberíamos analizar si parte de muchas crisis personales psicológicas, de muchas crisis sociales y económicas, con influencias en la política, es debido a que parte de la población, no toda, se ha impregnado en prácticas sexuales no adecuadas. No cabe duda que un factor de pobreza o de problemas del divorcio, de ciertas enfermedades sexuales, etc., sea debido a prácticas y concepciones sexuales no ordenadas, no racionales, no morales, desde el punto de vista de la salud pública, desde la salud mínima moral…

Es un misterio que la mayoría admitimos los desordenes morales propios como si no lo fuesen, pero los desórdenes morales de los otros, como si lo fuesen. Y viceversa.

Comprendo y entiendo, que este tema, no sea agradable tocarlo, que muchos, si hay alguien que lo lea, desde la primera frase no estén de acuerdo. Pero también entiendo que como modesto articulista, tenemos que tratar cientos de cuestiones, que unas nos agradan más y la mayoría menos, y más, como en este caso, que no estoy hablando desde la primera línea, que hay que ir más allá de la libertad sexual, ya de por sí, muy extensa y muy ancha, en los sistemas culturales y costumbres y jurídicos de nuestra sociedad. Sino que más bien, indico, que independientemente de la tolerancia jurídica y de costumbres y culturales de nuestra sociedad y nuestro tiempo, la persona individual, tiene que poner una medida y comedimiento en su práctica sexual. Quizás, con Pablo de Tarso, “no todo te conviene, aunque esté permitido”. Dando, la vuelta a la frase, quizás, mucho de lo permitido, no es conveniente, quizás mucho de lo no conveniente está permitido. Es decir, no abogo por restricciones jurídicas o legales, quizás la sociedad, tenga que tener un espectro amplio de tolerancia jurídica, pero eso no quiere decir, que todo sea conveniente, igual que existe una gran tolerancia para el alcohol, pero nadie admite que estar en estado ebrio sea conveniente, para la salud física y psíquica y social y moral y biológica del individuo y de la sociedad. Nadie se rasgue las vestiduras. Paz y bien.

Sobre la lujuria, I