viernes. 19.04.2024

Las Tabernas centenarias de Madrid (1)

El 28 de agosto de 1999, impartí la conferencia “El vino de Valdepeñas en las tabernas de Madrid”, en la Bodega-Museo de Valdepeñas, charla, que fue publicada como libro por la muy activa Asociación Jóvenes Amigos del Vino de Valdepeñas y patrocinado por Bodegas Viña Albali Reservas y el Ayuntamiento de la Ciudad del Vino. 

Viva Madrid (Copiar)
Viva Madrid

En dicho volumen, hacía un amplio recorrido por 56 tascas emblemáticas, algunas históricas y centenarias, que yo visitaba mucho y en las que se servía vino de Valdepeñas, como: “La Zamora”, “Viva Madrid”, “El Comunista”, “Casa Sierra”, “Casa Alberto”, “Carmencita”, “El As de los Vinos”,“La Bola”, “Casa Ciriaco”, “Casa Labra”, “Casa Paco”, “Bodegas Rosell”, “La Dolores” y  la casi dos veces centenaria “Taberna de Antonio Sánchez”, fundada en 1830  y a la que abasteció con sus vinos más de 60 años la bodega familiar que fundó mi abuelo Joaquín, en 1920 con el nombre de “Bodegas Santa Pola”, y en 1944 creó, junto a sus hijos varones: Matías, Joaquín y Francisco-mi padre, la sociedad mercantil “Matías Brotóns y Hermanos”, que se dedicaba a la elaboración, embotellado y exportación de vinos blancos y tintos, entre otras actividades, ya que, en aquella época, en Valdepeñas, no se producían vinos rosados, que, hoy en día, tanto demanda el mercado, dado que se hacen unos rosados excelentes acogidos a D.O. Valdepeñas.

En 2003 vio la luz la segunda edición de mi aludido libro-guía, publicado por las valdepeñeras Bodegas Arúspide, en su colección Ágora, tomo,  que se presentó en la nave centenaria de tinajas de barro de la antedicha bodega, que, anteriormente, fue propiedad de Sinforoso López Ruiz, abuelo de mis entrañables amigos y paisanos Enrique, Juan y Florencio Martín-Peñasco López, familia relacionada históricamente con el mundo del vino, especialmente  Enrique, que fue presidente del Consejo Regulador de la D.O. Valdepeñas, socio fundador y apoderado de Bodegas “Videva” y creador de la Cofradía de los Mayorales del Vino de Valdepeñas,  entre otros cargos y actividades, además de regentar, junto a su tío Juan, la bodega familiar, conocida popularmente como la de “Sinforoso”, que elaboraba unos vinos blancos formidables  que gustaban mucho Andalucía, donde tenían su mayor clientela.    

Las dos impresiones de mi libro:”El vino de Valdepeñas en las tabernas de Madrid”, están agotadas hace años, lo que me ha motivado a redactar este artículo y varios más, en los que iré escribiendo sobre las pocas catedrales báquicas  que quedan en La Villa y Corte, tema apasionante para mí y que espero sean del interés de los lectores, especialmente de los amantes de las tabernas antiguas, los Tabernícolas, como el autor de este texto, aunque yo, desde el 19 de junio del año pasado, que tuve un infarto en el Bar-Restaurante valdepeñero “El Penalti”, ya he pasado a las clases pasivas, las que ni pueden comer, ni beber, ni…. , ni hacer nada de lo que les gusta, dado que he tenido que cambiar radicalmente de vida, ya que yo era un hedonista, que siempre ha entendido la vida como un placer desmedido, haciendo siempre mío la máxima: “Carpe diem”, algo que, cuando ya vas teniendo “una incierta edad”, el cuerpo no lo resiste.

LAS TABERNAS

Actualmente, la mayoría de las tascas históricas que cito en el reportaje, se han convertido en Tabernas-Restaurantes, como “La Zamorana” (Galileo,  21), que abrió sus puertas en 1921 y conserva su preciosa fachada de cerámica amarilla, realizada en 1925 por el artista Ángel Caballero, que retrató en sus paños y viñetas a sus propietarios y clientes más fijos; local, que mantiene una cocina tradicional y cuyo precio medio del menú son 25 euros. Yo la conocí en los primero años 80 del pasado siglo, cuando era taberna y casa de comidas, en la que se almorzaba muy bien, dado que tenía  diariamente excelentes platos de cuchara y a precios económicos.  

La Zamorana (Copiar)

Digna de resaltar es “Viva Madrid”(Manuel Fernández y González, 7), taberna  fundada en 1856, que yo visité mucho en los últimos años 70 y en la década de los 80, cuando era una tasca  castiza de  ambiente de gentes del flamenco y le abastecía con sus vinos la conocida bodega valdepeñera “El Mayoralote”. Posteriormente, en los últimos años de “La movida madrileña”, la convirtieron en un bar de copas para gente joven, pero tampoco duró mucho.. Tras un tiempo cerrada a  vuelto abrir nuevamente como restaurante y han tenido el acierto y el buen gusto de conservar su fachada de cerámica pintada a mano en 1920, que es de las más bonitas de la Villa y Corte. Además, conserva los zócalos de cerámica originales del interior del local, entre otras reliquias de cuando se creó.  Tiene una cocina casera tradicional y el precio medio del menú está entre 20 y 42 euros. También puede tapear bien en la barra y tomar vinos por copas de distintas denominaciones de origen. Bien merece una visita, auque solo sea por verla, ya que nos retrotrae a  un siglo atrás, cuando aún existía la bohemia verdadera.  

“El Comunista” (Augusto Figueroa, 35), fundada en 1890 por el bisabuelo de los actuales dueños, que son la cuarta generación de la familia que lo regenta. La referida taberna su nombre verdadero es “Tienda de Vinos”, que es el rótulo que hay en la fachada del edificio, pero es popularmente conocida por “El Comunista”, debido a que,  muy cerca del local, se encontraba una sede de la Casa del Pueblo, antes de la guerra incivil española,  lo que hizo, que muchos socialistas fueran asiduos de la taberna, en la que iba a comer y beber, que ocasionó, que erróneamente,  la gente comenzara  a llamarla con el mencionado sobrenombre. Esta es una tabernita  por la que siento un especial cariño, ya que está situada en el barrio de Chueca, zona por la que yo andaba mucho en mis años golfos y donde siempre quedaba para cenar en la mencionada taberna con mis queridos amigos y paisanos, el pintor Oscar Benedí y el actor Valentín Hidalgo Rubio, tristemente fallecidos los dos, cuando tenían 38 y 40 años respectivamente y sus trabajos empezaban a tener el reconocimiento que merecían.  Aquí se come cocina casera de verdad y los precios son muy económicos, ya que, entre 12 y 20 euros puede almorzar o cenar, sin grandes lujos, claro, con manteles de papel sobre los viejos veladores de mármol blanco. El vino de la casa, la última vez que yo fui, era de la bodega valdepeñera: Navarro López.  Entre sus clientes famosos estaban Rafael Alberti,  Antonio y Manuel Machado, Azorín y Jacinto Benavente…Tiene una originalidad, que para ir al baño, hay que pasar por la cocina, donde ves a la dueña preparando los condumios. Los camareros son los hijos de los propietarios, que suelen ser muy amables y rápidos en el servicio. La decoración es sencilla, pero de la época en que se fundó, abundando fotos de algunos de los ilustres personajes que eran parroquianos de esta vetusta tasca, que tiene el sabor añejo de su antigüedad y un ambiente familiar de antaño. Yo, siempre que voy a la Capital del Reino, almuerzo y ceno allí, ya que me trae tantos recuerdos bonitos de juventud y vida intensamente vivida, quizás demasiado, según los médicos,  pero de la que no me arrepiento en absoluto, dado que, si volviera a nacer, haría exactamente lo mismo.  

“Casa Sierra” (Plaza de Chueca), fundada en 1906, es el santuario del vermut de grifo, que le sirven de Reus y es exquisito. Don Ángel Sierra, al que tuve el gusto y el honor de conocer y tratar, fallecido hace 21 años, se empeñó en conservar esta alhaja, que está igual que cuando se inauguró, salvo que el suelo primitivo era de madera y hace años que pusieron el actual. En este bellísimo templo báquico se pueden degustar escabeches, pepinillos, anchoas, boquerones en vinagre, etc, junto a uno de los mejores vermut de grifo de todo Madrid. La cerveza la tiran bien y tienen vinos de distintas denominaciones de origen, pero  los y las camareras suelen estar agobiados por el mucho trabajo y no son muy simpáticos, ni agradables con el cliente. También tiene una curiosidad, que para ir al baño, hay que salir de la taberna y a la vuelta de la esquina, hay otra puerta, donde están los “urinarios” y un reservado, que antiguamente solo lo utilizaba el dueño para sus tertulias con los amigos, donde me presentó al conocido escritor Luis Carandell, que tanto y tan bien escribió sobre el Madrid antiguo y sus tascas centenarias cargadas de historia. Actualmente, el reservado referido, se conserva igual en su estructura, pero han puesto una decoración distinta y  mesas y bancos para sentarse, que están siempre ocupados por chicos y chicas del ambiente gay, ya que, dicha zona, está repleta de locales de todo tipo para homosexuales, como en otras tantas grandes e importantes ciudades del mundo, donde los “diferentes” puede hacer su vida sin problemas. Afortunadamente, ya pasaron los años duros y negros de la dictadura franquista, que perseguía con saña a los “invertidos” y les aplicaba la “Ley de Vagos y Maleantes”  o la de “Peligrosidad Social”, que estuvo en vigor hasta 1995, cuando ya la democracia llevaba años instaurada en España, pero aún seguía habiendo muchos devotos del franquismo inquisitorial, que hacía suyo el lema: “A Dios rogando y con el mazo dando”.

“Casa Alberto” (Huertas, 18), fundada en 1827, cuando yo la conocí en los primeros años 80 del pasado siglo, era un tasca  decadente y ruinosa de ambiente taurino y de gentes del teatro, en la que expendían vino de Valdepeñas y tapas frías: huevos cocidos, aceitunas, patatillas fritas, etc., local muy abandonado, que no te invitaba a  volver, pero al que yo iba asiduamente, ya que, mi paisano e íntimo amigo, el actor Valentín Hidalgo Rubio, vivía entonces en la vecina Plaza del Ángel. Actualmente es una auténtica maravilla de Taberna-Restaurante, dado que la han restaurado con un exquisito gusto,  conservando todo lo antiguo que tenía: zócalos, mostrador, máquina registradora, reloj, frascas para servir el vino… Además, tiene una amplia carta de menús y de vinos y los precios están a la altura del local. Claro, que hay que tener en cuenta, que estamos en un restaurante histórico, que tiene casi dos siglos y  está en la misma casa en la que vivió Cervantes. También se puede tapear en la barra y tomar vinos por copas de diferentes zonas vinícolas prestigiadas.

Casa Alberto (Copiar)

“EL AS DE LOS VINOS” (Paz ,4), fundada en 1907 por un cosechero exportador de vinos de Tomelloso, que abrió varias tabernas para darle salida a sus caldos. Primitivamente, se llamaba El Anciano Rey de los Vinos, pero cuando se instauró la República en España, le cambiaron el nombre por el actual, aunque también se conoce  como “La casa de las torrijas”, ya que es su producto más famoso, especialmente están riquísimas las de vino dulce, que son una perdición para los diabéticos como yo. La decoración y los veladores son los originales y es un gozo contemplarlos. Desde hace unos años también es Restaurante, en el que se puede degustar platos sencillos y a precios módicos. Por si a alguien le interesa, en ese mismo edificio, en la puerta que hay al lado, se encuentra la Casa de Castilla-La Mancha, donde yo he presentado algunos  de mis libros y he realizado lecturas de mis poemas publicados e inéditos, en las que me han presentado: José Hierro (Premio Cervantes) Francisco Nieva (Académico de la Lengua Española y Premio Príncipe de Asturias) y Luis Antonio de Villena (Premio de la Crítica), entre otros prestigiosos escritores y críticos, cuyos fragmentos de sus intervenciones pueden leer en  mi página de Internet: www.joaquinbrotons.com, en el apartado “Opiniones y Críticas”. Hasta  el próximo artículo, amigos tabernícolas…

Las Tabernas centenarias de Madrid (1)