viernes. 29.03.2024

Los últimos caminos de Antonio Machado, de Ian Gibson

1 Los últimos caminos de A. Manchado.
Los últimos caminos de A. Manchado de Ian Gibson

La  conocida y prestigiosa editorial: “Espasa” ha publicado recientemente el excelente libro: “Los últimos caminos de Antonio Machado (De Collioure a Sevilla)”, cuyo autor es el reputado hispanista, historiador, escritor y biógrafo de García Lorca, entre otros, Ian Gibson, un intelectual de primera fila, que, además, es investigador, estudioso y  trabajador incansable, como lo demuestra en sus libros: La represión nacionalista en Granada en 1936 y la muerte de Federico García Lorca (París,1971), la magna biografía Federico García Lorca (1985-1987), La vida desaforada de Salvador Dalí (1998), Ligero de equipaje. La vida de Antonio Machado (2006), Lorca y el mundo gay (2007), Luis Buñuel. La forja de un cineasta universal, 1900-1938 (2013), Poeta en Granada. Paseos con Federico García Lorca, 1898-1936 (2016), entre otros, destacando, especialmente, en mi opinión,  su magnífico tomo: Vida, Pasión y Muerte de Federico García Lorca (1898-1936), que es, sin lugar a dudas, la mejor biografía del genial poeta y dramaturgo español más leído y traducido de todos los tiempos. Asimismo, Gibson, ha escrito una treintena de libros y ha obtenido importantes galardones nacionales e internacionales.

El libro

Los últimos caminos de Antonio Machado (De Collioure a Sevilla), es un libro muy ameno e interesante de solamente 245 páginas, que se lee casi de un tirón y está dividido en 7 capítulos: De Sevilla a Soria (Por Madrid y París); De Baeza a Segovia; Caminos Republicanos; Frente Popular, Madrid Asediado; De Valencia a Barcelona; Cita con ella; finalizando con: España, Este Dolor.

El citado volumen, te va empujando gustosamente de un capítulo a otro sin apenas darte cuenta, ya que está muy documentado y narrado espléndidamente con un lenguaje muy accesible, sencillo, que llega a todos los lectores, dado que, en mi opinión, lo que el autor trata es de dar a conocer a los amantes de la poesía del literato sevillano de la generación del 98, los últimos meses de A. Machado, un poeta único e irrepetible, que unió obra-vida y ética, algo bastante difícil de conseguir siempre, pero, particularmente, en aquellos trágicos tiempos de la guerra civil provocada por Franco y su golpe de estado, en los que tantos “se cambiaron de chaqueta”, dado que, seguir siendo fieles a la República Española, cuando la guerra ya se veía perdida desde 1937 -según nos relata don Manuel Azaña, en su obra: “La Velada de Benicarló”-, era de ser una persona de una integridad y lealtad inquebrantable, máxime sufriendo el tortuoso camino del exilio, como uno más de los cientos de miles y miles de republicanos que huían del asedio y la persecución de las tropas franquistas, que, hasta el final de la frontera francesa continuaron bombardeándolos sin compasión, ni clemencia, y sin tener en cuenta las palabras del Presidente de la República, Azaña, que, en su último discurso de guerra, pronunciado en el Ayuntamiento de Barcelona, dijo: “Paz, piedad y perdón”.

Muerte del poeta

El bueno de don Antonio Machado Ruiz murió el 22 de febrero de 1939 a los 64 años-aunque en la foto parece tener 80-, pocos días después de cruzar la aduana francesa, en el pueblecito de Collioure, en un humilde hotel y en la misma habitación que compartía junto a su madre agonizante, que, tres días después, le acompañaría…

Machado fue sepultado el 23 de febrero en un nicho proporcionado por una vecina del pueblo, Marie Deboher. Su madre fue enterrada provisionalmente en un rincón del cementerio reservado para los pobres. Actualmente, madre e hijo, comparten una tumba sencilla y humilde, que casi siempre tiene flores…

Pongo punto final con unos versos de don Antonio -el excelso poeta del que Gerardo Diego, dijo: “Hablaba en verso y vivía en poesía”-, que están, entre los que más me gustan de este gran vate y hombre bueno, que, como tantos otros españoles, solamente querían  una España en democracia, como la que actualmente tenemos.

“Y, al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito,

A mi trabajo acudo, con mi dinero pago

el traje que me cubre y la mansión que habito,

el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.

Y cuando la hora llegue del último viaje,

y esté al partir la nave que nunca ha de tornar;

me encontraréis a bordo ligero de equipaje,

casi desnudo, como los hijos de la mar”.

Y así, se fue al otro mundo uno de los más grandes aedos en lengua española: “ligero de equipaje”, dado que, su frío cadáver, fue envuelto en una sábana, como el mismo había escrito: “Para enterrar a una persona, con envolverla en una sábana es suficiente”.

http://www.joaquinbrotons.com

Los últimos caminos de Antonio Machado, de Ian Gibson