miércoles. 24.04.2024

Causa no, efecto

Seguimos. En otras épocas, cuando el PSOE estaba enganchado a la socialdemocracia, las cosas no estaban como ahora: cuando la socialdemocracia es sincera consigo misma, las cosas funcionan de otra manera. Cuando la ideología y las actitudes eran fieles a esa socialdemocracia, no pasaba lo que está pasando ahora. Sí; lo que está pasando ahora en España y en Europa.

Seguimos. En otras épocas, cuando el PSOE estaba enganchado a la socialdemocracia, las cosas no estaban como ahora: cuando la socialdemocracia es sincera consigo misma, las cosas funcionan de otra manera. Cuando la ideología y las actitudes eran fieles a esa socialdemocracia, no pasaba lo que está pasando ahora. Sí; lo que está pasando ahora en España y en Europa.

¿Se acuerdan? Corrían los años ochenta. En España gobernaba Felipe González, -el Felipe González de entonces-; el Isidoro que muchos teníamos como referencia; en Alemania Helmut Kohl; en la Unión Europea Jacques Delors. Era la época de Willy Brandt, de Olot Palme. Fue la época en la que Europa, y España, se sustentaban en los principios de solidaridad y cohesión. Se puso en marcha la Europa de los Pueblos. Se pensó en que si las regiones más ricas ayudaban a las menos desarrolladas, ganábamos todos. Todos alcanzábamos el nivel de vida y el bienestar social de los más desarrollados. España y Europa lograron un papel de influencia en el mundo. Los más poderosos vendían más porque los débiles tenían mayor poder adquisitivo.

Pero llegaron las corrientes merkelianas, y se jodió el invento. La cohesión ha sido sustituida por la austeridad, y la solidaridad por la desigualdad. El neoliberalismo dominado por el dinero, y la incapacidad de la socialdemocracia para impedirlo, han acabado con los principios de solidaridad y de cohesión. Y no ha sido la crisis económica; no nos quieran engañar; ha sido la crisis política. En todos los niveles, la ideología del dinero, la ideología del poderoso que aplasta al débil. La actitud que ha priorizado el interés por recolocase, los intereses partidistas y la demanda de los bolsillos, son los que han llevado la política de ser la solución a ser el problema.

Y como esto no se corte pronto, el declive continuará. El PSOE tiene que volver a los años ochenta; está obligado a darle la vuelta a la política. El problema que se plantea ahora es que reconstruir es mucho más difícil que destruir. Pero hay que intentarlo seriamente. Y no vale decir: ¡Cuidado que vienen los populismos! El populismo no es la causa de los males, es el efecto, es la consecuencia de una crisis política de caballo. Con una particularidad: que quienes la han provocado no están en condiciones de enmendarla. Seguiremos.

http://juliocasarrubios.blogspot.com

Causa no, efecto