sábado. 20.04.2024

Desinformación

No sé si es sectarismo, si es pasotismo, si es desinformación… no lo sé. Lo que dice Juanito está muy bien porque lo dice Juanito; y lo que dice Pepito está muy mal porque lo dice Pepito. Pero, ¿qué ha dicho Juanito? ¿qué ha dicho Pepito? Ah. No lo sé. Falta pensar, falta información, falta debate, falta escuchar, falta tolerancia.

En la era de la información, resulta paradójico, que echemos de menos información veraz y fiable. Algo pasa. El ministro Zoido, dice una cosa; y el conseller Forn dice la contraria. ¿A quién me creo? Ya estamos. Hemos entrado en esa rueda que algunos pretenden meternos: Los independentistas catalanes se creen lo que dice el Sr. Forn, y los españolistas catalonófobos creen al Sr. Zoido. Y así estamos. Pero, ¿quién tiene la culpa de esta contradicción? ¿quién tiene la culpa de esta situación absurda?

Los primeros los líderes políticos que intentan reconducir nuestra opinión a su redil; pero también los ciudadanos que se han acostumbrado a creerse lo que dice Juanito o lo que dice Pepito, sin más razonamiento, sin el más mínimo esfuerzo por pensar.

Se lo creen porque ese es de los suyos. Sectarismo. Pero no son los únicos culpables. Hay también algún culpable intermediario, que en ese territorio del pasotismo muy bien abonado, acude a tertulias o escribe panfletos, que desinforman más que informan. La libertad de opinión no es desinformar, no es manipular la noticia.

El columnista Hermann Tertsch escribe el siguiente tuit: “Cada vez que sufra Europa un atentado terrorista y se cuenten los cadáveres, acuérdense de este tuit de Monedero” El tuit de Monedero dicía: “Que la lucha del pueblo árabe crezca en todo el continente. Y, como pólvora, salte a Europa y Estados Unidos”. Ya está la conclusión: Monedero es el demonio, pide a los terroristas que maten más. No. Cuidado. Monedero escribió eso, cuando la primavera árabe, cuando ciudadanos árabes de varios países, se levantaron pidiendo democracia, reclamando a sus gobiernos el respeto a los derechos humanos. Y algunos pidieron, apoyo, para que ese sentimiento se extendiera como la pólvora. Sin palabras. La desinformación no ha crecido por generación espontánea. Se siembra, se cultiva, se extiende.

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