martes. 16.04.2024

Vuelta al 11-M

Empiezo a pensar que nos están engañando; y no quiero. Me entristece pensar que podríamos estar repitiendo la gran mentira del 11-M. Me aflige observar que alguien podría estar aprovechando la tragedia para sacarle rédito político. Me cabrea observar la forma de echarse los unos a los otros la culpa de los errores. Me disgusta que se priorice el enfrentamiento, a sacar conclusiones del atentado. Me avergüenza, me entristece que ciertos medios se dediquen a echar leña al fuego.

No quiero situarme en la exageración, pero me imagino al vecino de mi rellano y yo, enfrentados por un desacuerdo de comunidad, y que no seamos capaces de olvidar nuestras desavenencias a la hora a afrontar el peligro de que la vivienda se nos incendia, se nos hunde. ¿Alguien con sentido común se imagina esa grosera situación? Pues está pasando; aquí; sí; en nuestra comunidad; en nuestro país. Alguien hace años introdujo esa forma de hacer política, que no hemos sabido sacudirnos de ella. Se ha extendido como mal endémico, como macha de aceite.

El presidente del Gobierno al final del Consejo de Ministros del viernes 25, en una comparecencia inusual declara: "Aparcar las diferencias nos hace grandes y fuertes, la unidad de los demócratas provoca la desesperanza de los terroristas, la unidad es lo que merecen las víctimas y lo que quieren los ciudadanos". Eso es lo que esperamos oír de nuestro presidente. ¿Postureo, cinismo? Ojalá y sea así a partir de ahora. El problema es la falta de credibilidad. Porque esa actitud dista mucho de lo que hemos percibido; dista mucho de ciertos políticos, de ciertos posicionamientos y sobre todo de algunos púlpitos mediáticos.

Lo de Puigdemont es de libro Guines. La mejor forma de demostrar que no se tiene razón es tener que mentir para apoyar argumentos. Se ha ido a Estados Unidos, concretamente al periódico The New York Times, a venderles la fábula de que España los tiene oprimidos. No les ha dicho que Cataluña es la región con más autonomía de Europa; no les ha hablado de la corrupción de su partido. Y, el no va más: aprovecha los atentados para dar muestras ante el mundo de que la Generalitat es capaz de defenderse como un Estado. ¡Todo mentira!

 

Vuelta al 11-M