lunes. 29.04.2024

El abrazo

He visto con emoción como “El abrazo” de Juan Genovés ha sido colgado en las paredes del Congreso de los Diputados. Ese cuadro forma parte de mis mejores recuerdos. Para mí es la imagen de la Transición. En ese lienzo de gente abrazándose, reencontrándose, me siento representado. Refleja perfectamente la alegría de aquellos primeros momentos de libertad que los que tuvimos la suerte de vivir no podremos olvidar jamás. 

el abrazo

He visto con emoción como “El abrazo” de Juan Genovés ha sido colgado en las paredes del Congreso de los Diputados. Ese cuadro forma parte de mis mejores recuerdos. Para mí es la imagen de la Transición. En ese lienzo de gente abrazándose, reencontrándose, me siento representado. Refleja perfectamente la alegría de aquellos primeros momentos de libertad que los que tuvimos la suerte de vivir no podremos olvidar jamás.

En 1977 servidor tenía 17 años. Juventud recién estrenada y ansias de vivir. Mis amigos, mis compañeros y yo tuvimos conciencia enseguida de lo que pasaba a nuestro alrededor y nos sumamos con entusiasmo y ganas de conocer a todo lo que sucedía a nuestro alrededor: mítines, manifestaciones, conciertos, coloquios…devorábamos periódicos y radio a partes iguales y lo mismo escuchábamos a Jarcha que a Camilo Sexto, a Pablo Guerrero que a Pablo Abraira, a Tequila que a Bony M. Nuestra banda sonora, al igual que nuestro pensamiento, no conocía límites. Y pronto los poster de “El abrazo” o del “Guernica” colgaron de nuestras paredes. En el Instituto se sucedían las charlas y coloquios entre clase y clase, en los recreos. Todo era nuevo, todo era maravilloso.

Al mismo tiempo que los españoles se reconciliaban con su pasado, tiraban muros, cerraban viejas heridas nosotros crecíamos como personas. Nos movíamos por los pueblos de alrededor haciendo teatro, asistiendo a actos de todo tipo, conociendo, aprendiendo. Y los mayores nos contaban cosas del pasado, antiguas historias de elecciones, de guerra, de miedo…y siempre terminaban diciéndonos que aquello no volviera a suceder. Y aprendimos la lección. Mi generación aprendió la lección. Y a día de hoy cada uno piensa como piensa, milita (o no) donde milita, trabaja en lo que trabaja y seguimos siendo amigos por encima de todo. Jamás la política se ha interpuesto entre nosotros. Discrepamos, discutimos, nos enfadamos pero eso se pasa y seguimos siendo nosotros.

Y todo iba bien, y España parecía que había logrado después de casi dos siglos romper con los versos de Antonio Machado “Españolito que vienes al mundo te salve Dios/ una de las dos Españas ha de helarte el corazón” Hasta que de repente a alguien se le ocurrió hacer una Ley de Memoria Histórica…maldita Ley ¡Todos teníamos nuestra propia memoria histórica y la habíamos superado en la Transición!

Me duele, me duele mucho ver a jóvenes de hoy que se dedican a la política volver a hablar de bandos, de rupturas, de muertos de hace ochenta años (todos tenemos muertos) con odio, con un rencor que ni sus abuelos tuvieron. Me duele ver la rabia en los puños, me duele ver la ira en los ojos, me duele ver navajas en los labios, me duele ver como se intentan tirar a la basura los últimos cuarenta años, me duele y me da miedo pensar que vamos para atrás.

Hoy, al ver “El abrazo” en las paredes del Congreso de los Diputados se me han caído unas lágrimas de emoción y de preocupación. Justo al mismo tiempo que presentaban sus credenciales algunos diputados electos que aspiran a romper con todo lo construido con tanto esfuerzo, que sus  objetivos miran a regímenes falsamente democráticos “El abrazo” es un grito a la sensatez, a la convivencia pacífica. Qué bien han sabido aprovechar los populistas la crisis para sembrar el germen de la discordia, el rencor y el revanchismo. Pero lo que más preocupa es que la izquierda democrática de España, la que también fue protagonista de la Transición y colaboró a la reconciliación nacional esté pensando en unirse a todos los antisistema y embarcarse en un viaje de incierto destino.

Uno mi grito al de “El abrazo” pidiendo un gran pacto de Estado en el que quepamos todos los que creemos en el diálogo sereno y constructivo. Que no estamos para revoluciones…

Os propongo un ejercicio: mirar el cuadro de Juan Genovés y al mismo tiempo tararear el “Libertad sin ira” de Jarcha. Ya me contaréis.

El abrazo