Que poquito les ha durado a algunos el “Yo soy París” y la unidad frente al terror. Que pronto han sacado la patita aquellos del “no a la guerra”. Con que rapidez han empezado a igualar a verdugos y asesinos. Ya hay por ahí circulando un manifiesto bajo el título “No en mi nombre” donde los abajo firmantes son los mismos de siempre. Y eso que se están cortando un poco por aquello de que los muertos son parisinos y eso siempre viste mucho, porque de los muertos en Mali no han dicho nada. Pero que hartura Dios mío. No os quiero contar los emoticonos con cara de sorpresa e incredulidad que ilustran el último email de mi prima la de Sydney. Hija y que quieres que te diga, ya sabes cómo son estos de la gauche divine que van a parir a la clínica Monte Sinay de Nueva York y luego cogen la pancarta más proletaria del mundo. Si hasta el diario El País está animando a Rajoy a que se mete de lleno a ayudar a Francia en el terreno militar para, si lo hace, saltar cual buitre carroñero con la foto de las Azores y bla, bla, bla…
A algunos no les entra en la cabeza la que nos estamos jugando. Creen que los terroristas islámicos que van matando sin ton ni son lo hacen por nuestra culpa, por culpa de Occidente. No se quieren enterar de que se está librando una batalla entre distintas formas de entender el mundo, entre democracia y terror, entre libertad y represión, entre la Edad Media y el Siglo XXI. Los de siempre siguen apuntándose a no se sabe que lucha ni bajo qué criterios ideológicos. Aquí, en España, solo hay algo claro: cargarse, como sea, al Partido Popular. En cuanto se han visto las urnas en el horizonte han empezado a sacar el material de campaña: manifiestos, consignas, twits, mentiras y relativismo moral. Ya les da igual todo. Han olido la sangre como los lobos. Mecachís, me decía mi prima, y Rubalcaba dando clases de química. Pues sí, ahora no podrá salir con aquello del gobierno que miente y con lo del pásalo.
Definitivamente somos distintos al resto del mundo: mientras las naciones se hacen una piña en torno a la defensa de nuestros valores, aquí a sembrar la división, a hacer creer que el enemigo no es el que ametralla a las puertas de los restaurantes. Ganas me dan de darme de baja y envolverme en la bandera de Francia, o la de Holanda o la de Inglaterra. Y todo esto por un puñado de votos. Pero que angustia me dan ¿Por qué no se van todos y todas a Siria?, calla: que allí no les dejarían hablar como lo hacen aquí y desde luego a ellas les pondrían el modelo ese tan sugerente que tapa todo, todo y todo. Lo dicho: por un puñado de votos, que a estos ni les importan los muertos en Mali y París ni el pueblo sirio ni nada de nada.
Dejaros de manifiestos, de pancartas y de gaitas y ayudar a ganar esta guerra latente en la que nos quieren meter los enemigos de la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad. A ver si os enteráis. Y no intentéis volver a engañar al pueblo como hicisteis en el 2004 a costa de sangre inocente.