viernes. 10.05.2024
OPINIóN

Celebrar el vino

El Gobierno regional de Castilla-La Mancha acaba de celebrar la 2ª Cumbre Internacional del Vino con distintos actos que responden a un amplio programa cultural y social ricamente variegado. Es evidente que, además de cultura y alegría en el corazón del hombre, el vino engendra un sector económico que sostiene a miles de familias en Castilla-La Mancha, y que es crucial para el desarrollo de la región, a la sazón pilotada con excelentes mapas de itinerarios políticos por María Dolores de Cospedal. 

El vino es cultura, sostenibilidad y progreso económicos, y el alimento divino que mejor acaricia el cerebro del hombre, desterrando de su corazón la tristeza, aquello que los clásicos llamaban “taedium vitae”. Annosum vinum, socius vetus et vetus aurum.

En primavera y verano, cuando las yemas de las vides estallan, toda La Mancha se convierte en un amplio panorama verde ilustrado, bajo cuyos pámpanos, en la extensa planicie vegetal, el dios alegre vivaquea, y al atardecer, allá en un horizonte prometedor, un enérgico color nos presagia el mosto y la fuerza del vino. Muchos de los vinos manchegos, como el Valdepeñas, gozan de nombradía universal y sus bodegas, como la Bodega Dionisos y su Venta de las Estrellas, no paran de perfeccionar su calidad, rayana ya con el néctar e ichor de los dioses clásicos. Esta bodega nos recibe en su precioso patio manchego de columnas toscanas, que tanto recuerdan a los calatravos.

Muchos grandes médicos, después de haber pasado la inevitable pedantería juvenil, saben que todas las enfermedades, las reales y las imaginadas, pueden reducirse a una sola: a la tristeza de vivir. Vivir, en el fondo, no es usar la vida, sino defenderse de la vida, que nos va matando; y de aquí nuestra tristeza inevitable, que olvidamos mientras podemos, pero que siempre está alerta. Y la eficacia de los vinos de La Mancha en esta lucha contra el tedio vital es incalculable. Bonum vinum laetificat cor hominis. ¡Cuántas horas de optimismo y de jubilosa alegría debemos todos a una copa de vino de Valdepeñas bebida a su tiempo! ¡Cuántas resoluciones que no nos atreveríamos a tomar, y cuántas horas eufóricas de amorosa confidencia, y cuántas inmortales creaciones literarias! El vino nos acaricia el cerebro y nos persuade dulcemente a la acción del bien en los hombres buenos. Beati Hispani apud quos vivere est bibere.

“Con un vino como el Valdepeñas”, dice el mayor genio valdepeñero, Francisco Nieva, “se puede llegar a ver los más bellos huertos del paraíso, con albercas que rebosan de luz y estrellas en cada gota de rocío”. Reconforta bajar a la profunda bodega de la Venta de las Estrellas, en donde todavía percibimos los arañazos de los estratos que señalan la mano del hombre en su horadamiento, en el taladramientro del seno de la Madre Tierra, Madre en cuyo regazo reposan los vinos, maduran, hasta su despertar convertido en un néctar divino, en sangre de Cristo y en alimento alegre y vigorizante. Detrás de las duelas de roble de los rubicundos toneles un rumor de vida cósmica y de magia habla la lengua de las estrellas. La Consejera de Economía y Turismo, Carmen Casero, la gran ojigarza y ojibóvida del gobierno de Cospedal, entra con singular gracejo en estas cuevas donde se hace el vino, y su mente penetrante y optimista nos brinda junto al vino ideas hermosas que incentivan nuestro anhelo de mejorar las cosas e hinchan nuestro corazón ante la belleza de sus propósitos. In vino veritas, gaudium et exsultatio.

Termina la visita con unas buenas copas de vino que nos emplazan a hacer contundentemente el bien. Y es que, como diría Ovidio, “dant animos vina”. Buen viaje, Carmen, cuyo significado hebreo es “vid”. Suerte en tu pregón de Almansa.

Celebrar el vino