Las tres protagonistas desdoblaron personajes y cambiaron una y otra vez de registro demostrando su gran nivel interpretativo. Supieron darle en cada momento el tono necesario a la función: cómico, ácido, divertido, sarcástico y crítico, pero también dramático, porque la historia que esconde este prostíbulo disfrazado de teatrillo cantante tiene mucho drama personal tras de sí.
Curtidas en la gaditana chirigota de las Niñas y en compañías de teatro como “La Zaranda”, la de Miguel Narros y el Centro Andaluz de Teatro, las tres intérpretes fueron interrumpidas durante la representación por los aplausos del público merced a gestos y frases lapidarias, y a coplillas para la reflexión general.
Antonio Álamo firma el texto y dirección de este montaje que llegó al Gran Teatro dentro de la red de Artes Escénicas de Castilla-La Mancha.