viernes. 26.04.2024

Reflexiones después del plebiscito colombiano

Cuando analizamos la mayor parte de los pronunciamientos internacionales a favor del sí plebiscitario en Colombia podemos caer en el error de ver en la causa de esta larga guerra una responsabilidad criminal que deben asumir los dos bandos en un conflicto tan sangriento. 

Cuando analizamos la mayor parte de los pronunciamientos internacionales a favor del sí plebiscitario en Colombia podemos caer en el error de ver en la causa de esta larga guerra una responsabilidad criminal que deben asumir los dos bandos en un conflicto tan sangriento. 

Cualquiera diría que Colombia vivía una situación en donde la paz era imposible hasta ahora por culpa de la estructura del Estado republicano colombiano. Yo quisiera recordar humildemente aquí que los guerrilleros de las FARC EP estaban combatiendo contra un gobierno democráticamente legítimo, en un gran país en donde reina por completo la pluralidad política más absoluta, en donde el derecho de asociación y reunión están totalmente garantizados, y en donde se gobierna bajo la Constitución probablemente más democrática y abierta de toda la América Latina. Esta paz no debería ser una rendición ante el mayor imperio de la droga, sino una oportunidad a que no haya más muertos ni heridos, ni secuestrados, ni niños soldados, ni mujeres violadas. Quisiera recordar aquí brevemente algunos artículos de la Constitución de Colombia, a fin de dejar constancia de cuáles son los valores de la República de Colombia.

Artículo 1º.- Colombia es un Estado social de derecho, organizado en forma de República unitaria, descentalizada, con autonomía de sus entidades territoriales, democrática, participativa y pluralista. Fundada en el respeto de la dignidad humana, en el trabajo y la solidaridad de las personas que la integran y en la prevalencia del interés general.

Artículo 13º.- Todas las personas nacen libres e iguales ante la ley, recibirán la misma protección y trato de las autoridades y gozarán de los mismos derechos, libertades y oportunidades sin ninguna discriminación por razones de sexo, raza, origen nacional o familiar, lengua, religión, opinión política o filosófica. El Estado promoverá las condiciones para que la igualdad sea real y efectiva y adoptará medidas en favor de grupos discriminados o marginados. El Estado protegerá especialmente a aquellas personas que por su condición económica, física o mental, se encuentren en estado de debilidad manifiesta y sancionará los abusos o maltratos que contra ellas se cometan.

Artículo 40.- Todo ciudadano tiene derecho a participar en la conformación, ejercicio y control del poder político. Para hacer efectivo este derecho puede:

- Elegir y ser elegido.

- Tomar parte en elecciones, plebiscitos, referendos, consultas populares y otras formas de participación democrática.

- Constituir partidos, movimientos y agrupaciones políticas sin limitación alguna: formar parte de ellos libremente y difundir sus ideas y programas.

- Revocar el mandato de los elegidos en los casos y en la forma que establecen la Constitución y la Ley.

- Tener iniciativa en las corporaciones públicas.

- Interponer acciones públicas en defensa de la Constitución y de la Ley.

Contra este régimen político regido limpiamente por estos principios, tan compartidos por nosotros, combatió las FARC-EP durante cincuenta años, produciéndose en esta guerra insensata un cuarto de millón de muertos. El Partido Popular apoyó esta paz en su política de Estado porque entendía que en ocasiones como ésta la política es el arte de lo posible y no siempre de lo óptimo y moralmente más decoroso. El gobierno de España apoyaba el plebiscito para parar la muerte entre hermanos, que ya se ha empleado a fondo durante demasiado tiempo, aunque entristeció que el referéndum fuese rebajado a plebiscito por falta de participación popular, a pesar de que se haya premiado con ventajas administrativas de todo tipo la participación de la ciudadanía en este referéndum, cosa inédita en una Democracia. En fin, ponemos toda nuestra esperanza para que esta paz se funde en la justicia. El propio Papa Francisco había condicionado su viaje a Colombia con el triunfo del sí. Uno humildemente cree, como cristiano y pecador, que el Santo Padre debería estar allí donde más se le necesita, pues “no son los sanos los que necesitan de médico, sino los enfermos”. Por otro lado, el Santo Padre, como sacerdote que también es, es seguro que leerá durante el día El Libro de las Horas, y en las Vísperas se lee el versículo 11 del magnífico psalmo 85, en donde el Rey poeta escribió: “Iustitia et pax osculatae sunt”. Esto es, no hay paz sin justicia, ni justicia sin paz.

Reflexiones después del plebiscito colombiano