sábado. 27.04.2024

Yo personalmente siempre recomiendo a mi entorno uno por casa, que si juntamos varias casas, hay mucho regalo para tan poco tiempo. Pero cada familia puede escoger su límite, siendo consciente de los que se juntan finalmente en casa. Además, me gusta contar con la complicidad de los abuelos y tíos para que puedan dar con ese regalo que le va a gustar al peque, repartiendo de forma salomónica la ilusión y la necesidad.

Es importante coordinarse entre los familiares (padres, abuelos, tíos…) para que los niños no se encuentres saturados de juguetes, ya que no aprenden el valor de los mismos, y acabarán por no jugar con muchos de ellos.

Por otro lado, la edad del pequeño o pequeña en cuestión. Las necesidades infantiles varían, así que vamos a hacer un pequeño resumen:

De 0 a 1 año: el objetivo fundamental en esta etapa es vincularse con los padres, por lo que lo más primordial es jugar con ellos: al esconderse y aparecer, a masajes, canciones, balanceos… Agarrar objetos, alcanzarlos, sentir diferentes texturas y patalear son muchas de las cosas que comienzan a hacer. No son tan importantes los juguetes per se en esta etapa. Podemos facilitarles materiales que les permitan sentir: olores, texturas, sonidos, contrastes… Son papá y mamá, que son los que posibilitan la relación con el entorno.

1 año: Este es el año del descubrimiento. Comienzan a caminar, a hablar y a imitar. Juguetes causa efecto, objetos cotidianos con lo que experimentar sin riesgo serán unos de sus objetivos de juego. La repetición en esta etapa es importante para ellos, ya que permite el aprendizaje: cantar la misma canción, leer el mismo cuento, perseverar en lo que no puede hacer… Acompañe el juego y la interacción de lenguaje, que le posibilitará ampliar su capacidad expresiva y de comprensión.

2 años: comienza la independencia. Y comienzan a jugar solos. Pueden empezar a seguir normas sencillas, y el juego con otros es en paralelo. Todo se consigue rápido jugando, incluso las tareas de cuidado personal. Aquí comienzan a jugar solos durante períodos de tiempo más largos. Juguetes poco estructurados (bloques de madera, piedras, palos…) les sirven para jugar a cualquier cosa que esté en su imaginación. Pintar, moldear, trasvases, puzles… son buenos elementos de juego. La psicomotricidad en esta etapa es importante, porque les permite experimentar el cuerpo.

3 años: este es el año mágico. La imaginación toma más poder. Exploran el exterior, saben lanzar, comienzan a compartir con los otros, escogen aquello que les gusta y quieren y sus habilidades motrices se vuelven más experimentadas. Juegos que satisfagan su curiosidad: veo veo, preguntas, búsqueda del tesoro… Para fomentar el juego imaginativo, animales, figuras, muñecos, coches… En esta etapa los disfraces, los juegos con las manos que permiten desarrollar la motricidad fina, los juegos motores como escalar, tirar, lanzar…

4 años: ahora comienzan a aceptar la demora de la recompensa con mayor facilidad. Podemos comenzar a realizar rompecabezas, clasificar, construir, juegos de turnos… Si introducimos los números, afinarán las habilidades matemáticas. Comienzan a gastar bromas, contar historias, presumir de habilidades… La motricidad ha mejorado notablemente, por lo que los juegos motores pueden complicarse. El juego simbólico les ayuda a elaborar emociones y situaciones.

5 años: mi lugar en el mundo. Los juegos de normas les ayudan a elaborar su código moral: hacer trampas, respetar normas, relación con los otros, gestión de las emociones… Aquí pueden entrar en juego las manualidades y los juegos que implican psicomotricidad de manera más elaborada: plastilina y juguetes pequeños. El aburrimiento en esta etapa les permitirá explorar diferentes posibilidades. Vuelven a ser buenos los juguetes no estructurados.

6 años: ¡energía y aventuras! Montar en bicicleta, leer solito, coleccionar objetos…Pueden entender mejor el valor del dinero, y pueden tomar decisiones sopesando consecuencias. Los juegos como las damas enseñan a sopesar qué ocurrirá antes de mover ficha. Diseñar cosas (moda, joya, muñecas, coches, aviones…) les ayudan a expresar su personalidad. Trabajar con los músculos de los dedos contribuyen de forma indirecta al desarrollo de la escritura.

7 años: ¡ya sé mucho! Pueden seguir un ritmo, tocar un instrumento musical, resolver conflictos por sí solos, mostrar curiosidad por el sexo… han aprendido muchas habilidades a nivel físico y mental, y comienzan a desplegarlas. Los proyectos abiertos compensan las actividades estructuradas. Dominan los juegos de construcción tipo lego, puzzles… Los deportes de equipo en esta etapa fomentarán las relaciones con los demás de una manera diferente. La actividad física además les permite canalizar la energía, y ganan en seguridad en el ámbito social y también en el académico.

De los 8 a los 12 años: la edad de la maestría. Esta es una etapa maravillosa para conectar con la naturaleza, ya que la exploración del entorno será algo fascinante para ellos: linternas, lupas, prismáticos, cámaras… Seguir las cosas que le apasionan, identificarlas aunque sean diferentes a las nuestras, les permitirá ir construyendo su mundo personal. Juegos de dos, competiciones, cubos de rubick… aquellos que plantean un desafío. Y diarios, libretas, donde poder expresar sentimientos y emociones. Abalorios, tejedoras, agujas para tejer, masa para moldear, experimentos…

Los juguetes más adecuados son aquellos que nos permiten experimentar, ser, imaginar y aprender. Ya que aprendemos a hacernos grandes a través del juego.

Begoña Sánchez Fernández.

Psicóloga. Psicoterapeuta. Gabinete de Psicología “Vínculos”

Pueden enviar sus consultas a [email protected]

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