sábado. 27.04.2024
CON LA VIDA POR DELANTE

Ausencia Prolongada

A  veces es necesario irse para volver con más fuerza….

Veo la cama desecha de varios días y me pregunto qué se ha roto en mi interior para que no me importe. El alma es compleja. Nace, crece se reproduce y muere constantemente, en un ciclo infinito que nunca desaparece. Me muevo en vibraciones, renazco y me extingo cual ave de fuego abrasando la piel. Entre la multitud me oculto mirando mis adentros, no me fijo en los pasos, simplemente me dejo llevar. 

cielo (Copiar)

Extenuada, me levanto y veo el desorden. Es como si un huracán lo hubiese arrasado todo. Solo quedan palabras sueltas sin sentido. Tal vez, mañana, o pasado, puede que nunca. El caso es que las puertas de mi casa están cerradas cuando siempre estuvieron abiertas.

¿Dónde quedó esa quemazón que abrasaba mi pecho?, ¿por dónde se ha ido ese ímpetu temerario de querer vivirlo todo? A veces es necesario irse, retomar lo perdido es lo difícil.

Y el caso es que no me sorprende. Ni la montaña rusa de las emociones, ni la locura, ni los tiempos de ausencias prolongadas. Siempre ha sido así. Nada tiene que ver con las circunstancias porque ellas han estado desde el principio, de una manera o de otra. Me han acechado, atormentado, apaleado el espíritu. Y aun así sigo viva, balanceándome en un swim, esquivando las balas, haciéndome más fuerte.

Apunto en mi lista las promesas del cambio. Todo aquello que obrará el milagro. Hay tantas anotaciones que pierdo la cuenta. Me conformo con respirar, no perder el aliento para seguir acumulando cuentas pendientes. Así nunca podré irme del todo.

Tal vez a partir de mañana sea un nuevo comienzo, uno más, pero no uno de tantos. Porque son únicos e irrepetibles. Reciben un nombre, tiene una fecha de nacimiento, son una vida que comienza con una lista de promesas en la mano. Estoy en la línea de salida, esperando la señal, más ligera. Los comienzos son siempre excitantes, emocionantes, adornan nuestra cara con una sonrisa nerviosa.

Atrás quedan los recuerdos de otras vidas, de cada una de ellas y de todo lo que dejamos atrás. Guardaré en una cajita de latón de color ambarino todo lo que no conseguí vivir. Las despedidas nunca fueron lo mío. Parece que el alma se queda quieta, confusa. Cómo poder entender que el tiempo no te concede ni un segundo más. Con cada adiós susurré la frase. Siempre la misma. Como si fuera un amuleto, la forma de tatuar mi alma con una parte de todos ellos, ese conjuro mágico que permite que el hilo rojo que un día nos unió nunca se rompa a pesar de la distancia. Porque la muerte es tan solo un paso más dentro de una rueda que nunca deja de girar. Lo tuve claro desde el mismo instante en el que abrí mis ojos al mundo. Solo sería una parada, un instante, un suspiro.

Pasará esta noche, pasará, y vendrá el día. El sol alumbrará las calles aún vacías, recorreré cada rincón en busca de ese momento que haga bombear un corazón dormido. Porque mi ausencia prolongada llegó a su fin, al menos esta vez. Ambas sabemos que esto no es una despedida, volveremos a encontrarnos, me querrá para ella sola, me apartará de todo y de todos llevándome a su mundo, cortándome la respiración. No será la última vez que me pierda en el trayecto y aun así me siento a salvo, las promesas colocarán mis pies en la tierra, en el cielo, en cualquier parte. Sin límites. 

Ausencia Prolongada