martes. 14.05.2024
CON LA VIDA POR DELANTE

Donde anidan las mariposas

Ángela dormía plácidamente. Tan solo un leve cosquilleo en la mejilla la obligó a regresar. La  oscuridad que rodeaba sus sentidos no suponía obstáculo alguno para moverse con soltura. Alargó sin temor la mano, encendió la lámpara de la mesita, la que perteneció a la abuela, esa que visiblemente no encajaba con las escasas pertenencias que inundaban su pequeño universo pero que, sin duda alguna, era su bien más preciado. 

mariposa volando

La tímida luz arañaba a duras penas las sombras que invadían la habitación.

Adormilada, se sentó con dificultad en la cama. Los ojos se abrían y cerraban acompasados, pero lentos. Tenía, por costumbre, el sueño ligero. Era, al fin y al cabo, un mecanismo de defensa. Hacía mucho tiempo que era incapaz de dormir más de tres horas seguidas….

Se tumbó de nuevo, cansada. Ya con los ojos cerrados extendió la mano, esta vez, para apagar la luz y poder así volver a sumirse en el lacónico sueño que la esperaba. Antes de que llegase a presionar el interruptor, el cosquilleo volvió, está vez, sobre el dorso de su mano. Paralizada, con la luz aun encendida, abrió los ojos sin rastro del letargo que la había dominado momentos antes. Giró la cabeza hacía su mano derecha.

…..una mariposa….

Sus alas, aderezadas de un bello y metálico color turquesa,  se movían con la suavidad con la que cae una pluma en el espacio libre. Las pequeñas extremidades acariciaban su piel.

Cualquier otra persona, en su lugar, se habría asustado. Pero ella no. Ángela sentía fijación, una extraña pasión, que ni ella misma entendía, por aquellos pequeños y fascinantes seres.

Ángela la miró fijamente. La observó con detenimiento, atendiendo a todos los rasgos de su delicada pero mágica anatomía. Algo no cuadraba, nunca, hasta ese instante,  había sentido nada similar.

La mariposa le devolvió la mirada. De alguna manera, era un ser inteligente, consciente de su propia existencia, sometida al tiempo y al espacio, un ser pensante que la observaba más allá de las capacidades que le correspondían.

La muchacha se sentó en la cama con la ilusión de quien observa el cielo buscando una perdida estrella fugaz. Ni toda la quietud del mundo habría impedido que cualquier otra mariposa hubiera batido sus alas en busca de un lugar seguro. Bajo un orden natural de las cosas, el pequeño ser de alas danzantes, volaría con la ligereza que le caracterizaba ante cualquier movimiento, por pequeño que fuese. Sin embargo, permanecía allí, sobre la mano, inamovible. Su mirada removió el interior de Ángela; los cimientos de una vida insignificante.

Tan solo la respiración contenida DE Ángela rompía la aparente quietud de dos miradas que se encuentran sin explicación alguna.

Fascinada por lo que estaba viviendo no podía dejar de pensar que aquello era tan increíble como imposible, hasta que llegó el momento en el  que, dejando de lado el pudor de sentirse estúpida, decidió hablar.

-           Hola – dijo en voz baja - ¿puedes entender lo que digo?

La pregunta la incomodaba y emocionaba a partes iguales. La respuesta, no tardó en llegar. Aunque no fuese la que ella esperaba.

La mariposa alzó el vuelo sobre su cabeza para después posarse en la lámpara, su lámpara, la que perteneció a la abuela.

Lo que sucedió a continuación constató lo que fue evidente desde un principio: el ser alado no era común, ni corriente, era algo más, algo que se escapaba de todo razonamiento, que chocaba con su mundo plano y gris.

Una a una fueron desapareciendo las grietas de la lámpara, los daños producidos por el paso del tiempo se fueron borrando hasta el punto de desaparecer, la tímida luz que arañaba las sombras pasó a ser un potente foco que la cegó  por completo. Ángela cayó de bruces a los pies de la cama en un vano intento de escapar de aquello que no comprendía. Escondida, agazapada, con el aliento contenido,  aguzó el oído con el fin de comprobar que nadie se hubiera percatado de lo que allí ocurría. Después de asegurarse de que ningún movimiento en el exterior pudiera ser el origen de una nueva tormenta, se armó de valor para alzar la cabeza y mirar.

La luz regresó rápidamente a su estado original, dejó de brillar para convertirse en un vacuo intento de vencer las sombras. Todo había vuelto a ser lo que había sido antes de que aquel fenómeno paranormal la inquietase profundamente.

Sin moverse del sitio buscaba a la pequeña mariposa. La respiración entrecortada delataba su nerviosismo, ”¿pero qué narices ha sido eso?”, pensó una y otra vez, llegando a cuestionarse si estaba empezando a perder la cabeza.

Pasaron más de cuatro horas sumida en la más absoluta quietud. El sonido estridente del despertador la sobresaltó a pesar de que no haber pegado ojo.  Eran las siete de la mañana; un largo día comenzaba…..

Donde anidan las mariposas