martes. 14.05.2024
CON LA VIDA POR DELANTE

En otro tiempo... Relato de una vida

Recuerdo la tarde en la que te marchaste. Era fría. Oscura. Gris. La sutil llovizna mojaba mis gestos, resbalaba junto a la sal de las lágrimas fugitivas. Dijiste que no era el momento, ni el lugar adecuado. Lo dejaste todo en manos del destino. Mi alma, mi voluntad, mi vida entera. Y sin más explicación el reloj de mi corazón se paró aquella tarde a la espera de volver a encontrarse contigo. 

desnuda-bajo-la-lluvia

Resuenan en mis adentros los susurros de cuanto vivimos. Apareciste en mi existencia con las alas extendidas, mariposa efímera. Cierto era que no encajabas, no era solo cosa tuya, el mundo no estaba hecho a tu medida. Eras grande, inmensa, valiente guerrera de pelo ensortijado y mirada insaciable. Rebuscabas en la basura las misiones imposibles, para ti no había empresa inalcanzable. Tal vez por eso te fijaste en mí.

Desapareciste con el horizonte sin darme la posibilidad de seguir tus pasos sobre la tierra mojada, fugaces señales de tu realidad que fueron mermando ahogadas con la rapidez de un suspiro. Pero tú siempre caminaste sola, no estabas acostumbrada a que tu libertad dependiese de las necesidades de otro.

Los restos mortales de esa vida que creamos apenas cabían en un pequeño cajón. Notas breves de ese encuentro momentáneo entre tu camino y el mío, pertenencias que dejaste atrás para recordarme que no fuiste un sueño. Aun guardo tu fotografía, la única que había. Debajo de mi almohada yaces, imagen de color ambarino, sosteniendo esa pose invencible tras los ojos oscuros, pelo negro suelto enmarañado, en jarras, vistiendo tu traje de chaqueta y pantalón, tu favorito.

No sé si alguna vez pensarás en mí y en la promesa que me hiciste. Yo jamás la olvidé. Te doy mi palabra. Ni yo ni mis noches solitarias. Nunca dejé que otra volviese a tocar mi desvencijado corazón que, aunque maltrecho y destartalado, es solo tuyo. Tu promesa es la culpable de ello….

Siempre creíste en el poder de las afirmaciones, en la inmensa energía que nos une irremediablemente al universo del que formamos parte. Al fin y al cabo todo está hecho de lo mismo, en mayor o menor medida. Y ella era habitante consciente de la inmensidad que nos abruma a todos.

- Hasta que volvamos a encontrarnos….- dijiste.

- ¿Pero cómo?… – sollocé entre lágrimas.

- Volveremos a encontrarnos, que no te quepa duda- añadiste amparada por el sonido del viento que presagiaba tormenta.

Día tras día, durante años, acudí a la cita que nunca mencionaste pero que yo mismo marqué. Iluso, creí que volvería a verte en tu rincón de pensar. En el acantilado, en la roca con forma de butaca, al atardecer. Siempre que te perdías acababas allí. Recogiendo los pedazos y armándote de nuevo. Sabías hacerlo. Te tocó vivir en un apretado corsé que te negabas a llevar y eso tiene sus peligros. Decías que solo yo te hacía respirar y de veras lo creí hasta que te desvaneciste ante mis ojos.

Cuento ya con más decenas de las que quisiera recordar y no me queda más remedio que despedirme. De tu recuerdo desgastado en mi memoria, de la manía de compararte con otras mujeres, de la estúpida idea de que cumplirás lo que un día prometiste. Decirte adiós será como cerrar un manuscrito de páginas infinitas, un código de enrevesadas palabras que solo yo entiendo. Aunque no será mi voluntad la que consiga semejante hazaña, el día que deje de respirar, tu recuerdo morirá conmigo y esa historia que tejí partiendo de un pequeño instante de tu vida desaparecerá con la sensación de nunca haber sido.

No te diré adiós. Hasta en esto me influye tu alargada sombra. Nunca te diré adiós. Espero que tengas razón y el otro lado sea tan real como en el que aún vivo. De verdad me gustaría equivocarme, así, tus palabras, tu promesa, tendría valor más allá de las fronteras que un día pusieron tierra de por medio entre tú y yo.

En otro tiempo... Relato de una vida